Matan a un cabecilla narco en Chile, evidentemente fue un ajuste de cuentas. Todos en la población se alertan. Algunos no saben quién pudo haber disparado. En la “pobla”, y en los círculo cercano al difunto; todos se ponen en movimiento para cobrar venganza, para sepultar al líder. Se alistan los preparativos para el funeral. Obviamente, todos aquellos que conocían al guatón mutema, tienen que estar en su despedida. No tan sólo porque era el jefe máximo del narcotráfico en Quilicura, y quizá, en qué otros lugares también tenía jurisdicción, sino por cariño al man. A él lo querían, lo estiman sus vecinos y clientes. Lo lloran, eso es seguro. El guatón se preocupaba exclusivamente de mantener contentos a los vecinos y darles todo aquello que necesitaban y de hacer moneas, obvio.
Nadie entraba a los dominios del guatón mutema sin que él no lo supiese. El cacique de la pasta base y de otras drogas, no permitía ningún tipo de delito en el territorio que controlaba; siendo así una suerte de sheriff local, que imponía su propia justicia. Sus testaferros movilizan recursos y despliegan logísticas sofisticadas para conseguir un ataúd completamente de azul, dado que el líder es fanático de la U. Los postes de luz y los frontis de muchas casas, están pintados de azul y rojo, porque todos debían ser chunchos en el barrio. El mutema se preocupaba, pues sabía que el Estado no llegaba a la pobla, y eso era imperdonable porque afectaba a su gente. El dinero y su forma para conseguirlo a gran escala, era sólo un medio para conseguir la comodidad de todos.
Cuando acribillaron al patriarca narco, los familiares y amigos lo llevaron al SESFAM para resucitar al monarca de los G’s. Ante la impotencia de los funcionarios de la salud para devolver a este mundo al moribundo; su séquito entra en furia y “revienta” la infraestructura hospitalaria, y la atención de vecinos que ese día tenían programada consultas médicas, se vio interrumpida de golpe. Siempre pagan justos por pecadores, dirían ciertos pastores evangélicos dominicanos, con euforia y estrépito en sus voces. La opinión pública alega, se enfada, se indigna pero la pataleta narco continúa. La prensa cubre por todas partes el sepelio. “Es un hecho de connotación nacional” le dice un periodista a un narco, mientras van ambos en sus respectivos vehículos, a velocidad considerable en la procesión rumbo al cementerio. La voz del profesional de las comunicaciones se siente tensa, nerviosa. “Oee, sapo culiao, esto es de nosotros, wuomm. Virate cochino culiao o te mandamos a los cabros”. La amenaza fue categórica y no me merecía pensarlo dos veces. Las cosas se dieron así. La fuerza del hampa se impuso y el Estado, agachó el moño. Y las instituciones se subyugan de una forma brutal ante la presión delincuencial. La muerte del narcotraficante, conocido en el mundo de los bajos fondos como el “guatón mutema”, tuvo más cobertura de la prensa chilena, que la muerte del Papa Francisco, que en paz descanse. ¿Qué más paradójico, que ver a los Carabineros de Chile escoltar un funeral de narcotraficantes por las calles de la capital del país, sin que nada se pueda hacer? Los hampones estaban en su salsa: regaron el piso de flores mientras otros criminales, que seguramente tienen un prontuario extenso a su haber, cargaban el féretro a su lugar final, mientras los que iban en el tumulto más atrás, fuman hierba, jalan tusi o cocaína y beben alcohol sin prisa alguna y rodeados de una pena sorda y seca.
Pero el guatón mutema, que había salido de la cárcel hace muy poco tiempo, cuando se enojaba era terrible. Mandaba a secuestrar a cualquiera y no medía consecuencias. Puede que esto que digo sea al revés, en todo caso da lo mismo. El cuento es que esta gente, ¡fíjense!, pagaban fianzas ¡millonarias!, por rescatar a sus hermanos en apuros. ¡Me impacta todo esto!, jajaja (risa nerviosa). O sea, un nivel en el desparpajo ya increíble, insuperable. Un hombre horneado, que ha trabajado honestamente toda su vida… ¡uf!, en fin. Ya descansa en Paz el guatón que paralizó a los matinales y a la TV chilena, que suspendió clases en las escuelas del sector, que cortó el tránsito el día de su funeral, que utilizó a muchos carabineros como escoltas, que generó que artistas urbanos viralizaron sus condolencias flaites por las redes, y que su hijo lo llorara desde Miami y por internet, mientras crea por estos días, música con mucho flow y estilo. Así es la vida.
Para consuelo de los consumidores de Quilicura, no se preocupen cabros, porque lo más seguro que pronto habrá otro “guatón mutema”, que ocupará, muy feliz, el puesto de Carlos Humberto Acevedo Ramírez, el rey absoluto del narcotráfico, que hizo su voluntad hasta en el día de su funeral; por medio de sus fieles cortesanos, que no dudaron en despedir a su llorado guatón con todos los honores que la ocasión ameritaba.
PD: ¡La carroza del guatón estaba tapizada en marca!
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