El otro día tuve que ir a una carnicería, ya que necesitaba una proteína para mis almuerzos de la semana y así cumplir con este aspecto de mi alimentación. Comer bistec de lomo y chuletas de cerdo, también pollo; es algo habitual en la dieta de millones de personas a lo largo y ancho del mundo, actualmente. Llegué ese día a la chacinería ya mencionada y, lo primero que veo en el escaparate, es una senda cabeza de cerdo muy grande, cercenada. Esto me impactó temporalmente. Se notaba en ese cráneo todos los detalles del rostro animal, que inerte perdía su mirada en el infinito de los momentos. Me quedé mirando y mirando esa cabeza cercenada, mientras esperaba mi turno para que me atendieran. Estaba en eso y recordé de súbito la novela de Agustina Bazterrica, cadáver exquisito. Pensé en la posibilidad hipotética que la realidad presentada en la novela, sea algo real en el sentido más literal de la palabra. ¿Qué pasaría con usted, estimados lectores, si esto sucede y nos vemos obligados a cambiar hábitos alimenticios, recurriendo al canibalismo? ¿Qué sucedería con usted si percibe que las nuevas generaciones, normalizan el consumo de carne humana y la crianza de seres humanos para estos fines? Piense por un momento en esto y verá que, quizás, todo sea un asunto de perspectivas. Tal vez los límites morales se difuminan tanto en el futuro, que el mercado y sus necesidades ganen y perdamos para siempre la brújula ética que debería guiar a la humanidad. De esto y muchas otras cosas más, te invito a leer, querido lector, mi hermano (a,e), mi prójimo, acerca de este maravilloso libro en la siguiente reseña, en la cual nos sumergiremos en el mundo oscuro y post apocalíptico que Bazterrica nos presenta.
Agustina Bazterrica nació en Buenos Aires, Argentina, en 1974. Es licenciada en Artes por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Reconocida por sus novelas y cuentos. Ha ganado varios premios literarios. En 2017, su novela "Cadáver exquisito" obtuvo el Premio Clarín de Novela y en 2021, el Premio "Ladies of Horror Fiction" a la mejor novela (siendo la única obra finalista no escrita originalmente en inglés). Ése es el nivel de esta tremenda escritora. El relato que construye la bonaerense, parte desde la perspectiva de un hombre que vive de una tradición de faeneros, y que por lo tanto, es un experto en la materia. Este hombre es Marcos Tejo, y a través de él y su perspectiva, conocemos su vida y los hechos que estampan el derrotero de este relato. El narrador en tercera persona, nos cuenta los acontecimientos a través de los pensamientos de Marcos, el protagonista. El elemento post apocalíptico que hay en la novela, es la aparición de un virus que se propaga por la ingesta de carne animal; de todos los animales, y comer carne, entonces, se vuelve mortal. La humanidad acepta y se adapta (en un proceso social y cultural que puede demandar mucho tiempo, eso se deduce en la obra) a esta práctica alimenticia amoral y sin escrúpulos. Se tiene que generar una nueva fuente de alimentación que reemplace el consumo animal. No se puede vivir sin el consumo de carne nos comunica esta historia, por lo tanto, hay que generar un consumo alternativo y, es aquí, donde surge la idea de criar a seres humanos de tercera, cuarta o quinta categoría, con el fin de satisfacer la demanda por la carne, la que sea. Acá, bajo esta lógica literaria, la novela nos plantea la existencia de categorías de humanos y, eso, es oscuro y escalofriante. A estas personas que han perdido todos sus derechos fundamentales, se les denomina “cabezas” y las crían otras personas para comérselas.
La novela muestra a Marcos, el personaje principal, que pasa por una crisis personal: se está separando de su esposa, ha muerto su hijo pequeño (hecho trascendente), su padre; que es su todo, está senil y muy debilitado de salud. El viejo vive en un asilo de ancianos, para colmo. Además, Marcos, no tiene muy buenas relaciones familiares con su hermana y la familia de ésta. Les recomiendo que le pongan atención al personaje de la hermana de Marcos. Ésta tiene, por decirlo de alguna manera, una muy mala actitud, de indiferencia ante el dolor humano, cero empatía. Por cierto, ella es indiferente ante lo que vive el padre, de las condiciones de vida del anciano. Cada cierto tiempo, surgen los recuerdos de infancia del protagonista junto con su padre. El contraste entre las cosas macabras que presenta la novela y los recuerdos de infancia del narrador con su progenitor en el aviario del zoo, son de una habilidad literaria fenomenal.
Marcos Tejo también se atormentaba terriblemente por la pérdida de su hijo, por la muerte súbita del pequeño. Un hecho que cala hondo en la vida del trabajador de la carne. “Sin la tristeza no queda nada”, acá la expresión sugiere una profunda crisis de sentido que vive el protagonista, quizás la tristeza lo hace sentir vivo. La novela en este sentido, recurre a este tipo de recursos para presentar la psicología perturbada del personaje principal.
A Tejos le regalan una “cabeza”, a la que llama el hombre, Jazmín. El lector tendrá que poner atención a la relación que Marcos establece con esta cabeza especial:(de una calidad superlativa), una jovencita de veinte años, que está privada de la palabra, y que vive bajo la tutela del experto de la industria de la carne humana. En esta sociedad distópica hay un sólo gran delito que es ferozmente castigado, y eso, vuelvo a repetir, es lo que el lector tendrá que descubrir. Si digo algo más, será en el fondo un spoiler, así que hasta acá llego en este sentido.
Para pensar la novela
Lo primero que pienso, en un sentido literario y bien nerds, es tratar de establecer qué entendemos por el concepto de distopías. Éstas en cierto sentido, siempre hablan de otro mundo, pero que también, estos mundos, puede estar más cerca de lo pensado; más próximos a nuestra realidad concreta y personal. En esta obra todo es simbólico y metafórico. La novela habla de nosotros mismos, en el fondo, y de nuestras costumbres y contradicciones propias. Acá, en el mundo representado en esta historia, no hay dilema de si se come o no la carne humana, porque las circunstancias, de alguna forma u otra, te obligan a eso. En nuestra propia vida hay inmoralidades disfrazadas por la moral de la época; por el propio lenguaje imperante o por la visión de mundo predominante, determinado por la cultura de la sociedad, esa del momento. En este sentido, la novela nos trae a la mente a una Bazterrica, que reflexiona acerca de la idea de la explotación del hombre por el hombre, o sea, el ser humano se comporta como un lobo para su propia especie. Todo por mantener un estilo de vida acomodaticio e indolente, ante el sufrimiento de los seres y llenar la panza a cómo dé lugar, teniendo las posibilidades de recurrir a alternativas factibles, en fin...
Una de las lecturas posibles que puede poseer esta obra, dice relación con la idea que se vincula con los códigos que impone una época. Estos chocan con las maneras personales de ver y sentir las relaciones interpersonales, aquellas que generan vínculos entrañables y que la sociedad y sus reglas, impiden el florecimiento de relaciones amorosas, por ejemplo. Aquello lo digo a propósito de esa relación que la genera Marcos Tejo con Jazmín, y ya dije mucho. Marcos cruza todos los límites establecidos por su sociedad. Pareciera que no se hubiese dado cuenta. Atravesar las barreras, y no darse cuenta que hay ciertas cosas que no puedes hacer; o simplemente vaciar tu mente de reglas y limitantes, para vivir lo prohibido, también es un ingrediente importante en esta novela.
El libro, que es un llamado potente a la reflexión, a nuestro juicio, te puede hacer pensar acerca de ¿qué se entiende por ser humano? Lo pregunto por aquellos que son criados, desde que nacen, para comida de caníbal, y por los caníbales de esta historia, que se dicen ser civilizados, es que también está dimensión de la obra es interesante. Por ahí aparecen unos carroñeros y una iglesia con su fé, que justifican la barbarie que describe la novela. La cabeza de Marcos ¿es humana? Ella no está socializada ni tampoco educada o instruida, en definitiva no tiene la capacidad de hablar, no posee lenguaje. Jazmín, bajo esta lógica, no puede tener intereses, ni tampoco comunicar sus ideas, no es una persona y carece de la esencia humana que le otorga el movimiento a la razón, o sea, la palabra.
Esta novela tiene de todo o casi todo. Es una ficción distópica que funciona con el sustento de un conocimiento literario de la realidad; de cada uno de los mundos posibles, e interacciones que se dan entre los personajes. También, encontramos una lógica fordiana en la producción de carne humana que despoja de toda dignidad al prójimo, que te podrías estar comiendo si fueses un personaje más de este relato. Por otra parte, el discurso oficial que permite la barbarie no tiene perdón, ni contemplación alguna con los otros, las cabezas, que son consumidas sin escrúpulos, ni moral, ni sentido de la compasión. Miserables, diría Victor Hugo. La estratificación de las clases sociales es una impronta potente en esta obra, que redunda en el uso del lenguaje como herramienta de orden social por parte de aquellos que ostentan el poder. Y, que no se nos olvide, que hay un tema esencial en la obra. ¿Se dieron cuenta? Muerte y dinero. Pero, por sobre todo está la muerte que vive de los mataderos, esa muerte que sirve para que sobrevivas, porque necesitas comer o si no, enfermas y mueres. Ingerir proteínas humanas, si no piensas por ti mismo, si aún no eres mayor de edad diría Kant, sonaría una buena opción para un asado a la leña. Pero me preguntó: ¿hacia dónde vamos? ¿Vamos hacia la muerte del hombre ante la imposición social del poder? Pareciera que vamos caminando a pasos de gigante hacia un mundo cada vez más violento, donde todos somos vulnerables, unos más; otros menos, pero todos a fin de cuentas. Me conmueve cada vez más, la cultura de la violencia y el mal trato que cada vez crece más. En el fondo, si nos comemos al prójimo por deporte, ¿cómo estamos pensando a ese otro?
Para mí, en el fondo la violencia que proyecta la obra se relaciona profundamente con el capitalismo feroz en el que se vive actualmente. Tal vez ésta pueda ser la lectura más válida de la obra, que pueda hacer en estos momentos. Pero quizás la lectura más honda que pueda construir de este libro, es descubrir en sus páginas, en su lectura gozosa y meditada, que el lenguaje es un elemento de credibilidad, de verosimilitud que necesita esta distopía, porque la única palabra que no leerás en este libro y que en el mundo de Marcos Tejos está prohibido, es la palabra “canibalismo”, esto ya nos dice todo o casi todo acerca de cómo el conjunto social y su discurso validado por el consenso general y los grupos de poder, te dicen lo que es bueno o no.