Ocultar la verdad, pasar por alto las leyes o normas y sobrevivir ante las inclemencias del mar caribe, son los ingredientes esenciales del libro “Relato de un náufrago” de Gabriel García Márquez. Vamos por parte: primero, esta historia es verídica. Es la historia de un náufrago jovencísimo, marino raso del destructor Caldas, de la marina de guerra de Colombia. Él cae de cubierta, junto con otros compañeros marineros y mucha mercancía que se transportaba irregularmente, tras movimientos violentos generados por la previa de una tormenta en ese momento. La tragedia ocurrió a un día de navegación frente a las costas de Cartagena de Indias, Colombia, el 28 de febrero de 1955. Luis Alejandro Velasco, el náufrago, tuvo que resistir por diez días el hambre, la sed, los tiburones y un sol inclemente que lo abrazaba ferozmente durante todo el tiempo de la sobrevivencia.
El relato marca el debut literario del joven periodista, por ese entonces, Gabriel García Márquez, quien trabajaba para el periódico “El Espectador”. El joven marinero se acerca al futuro Nobel de Literatura con la intención de vender su historia, la cual es novelada por el escritor, entregada al público lector, escrita en primera persona. La obra fue un éxito. Pero la notoriedad alcanzada por el relato en su momento, no estuvo exenta de polémica: por una parte las autoridades marítimas, que se regían bajo el gobierno de facto de Gustavo Rojas Pinilla, negaron el hecho en su momento y desconocieron todo el apoyo que le habían prestado al desventurado marinero. Por otra parte, entre el escritor colombiano y Luis Velasco hubo entreveros judiciales por los derechos de autor de la obra, al inicio de la década de los ochenta.
La historia es sencilla para el lector, pero a la vez, es extremadamente compleja para Luis Velasco quien no sabe cómo sobrevivir en el inicio de su peripecia, y, por cierto, no encontrará nada que lo mantenga vivo, sino su determinación de no dejarse morir, aunque si hay un par de hechos que le ayudarán a sobrevivir. En el comienzo del relato se establece cómo son los compañeros de Luis y lo que hacían en tierra: ir a ver películas al cine con las novias de turno e ir a bares para pasar el tiempo, ya que el acorazado estaba en faenas de reparación en el país norteamericano, por un lapsus de unos ocho meses. Cuando los marinos del destructor Caldas debían zarpar rumbo a Cartagena de Indias, muchos de ellos habían perdido su capacidad de aguantar los mareos de la embarcación. Aquello debían prácticamente aprender nuevamente, porque el tiempo pasa y lo que no se practica queda relegado al baúl del olvido, como todo en la vida humana.
El relato avanza rápidamente al momento de la tragedia, y ya en el capítulo tercero, se nos muestra cómo cada uno de los compañeros de Luis, que han caído al mar, van sucumbiendo ante las inclemencias de un océano embravecido. Inevitablemente, Luis, queda solo pero se libra de la muerte en una rudimentaria balsa que logra alcanzar azarosamente. La consciencia de la muerte de sus compañeros y la soledad hacen sentir al náufrago un miedo indescriptible: “Mi primera impresión, al darme cuenta de que estaba sumergido en la oscuridad, de que ya no podía ver la palma de mi mano, fue la de que no podría dominar el terror.” No obstante al miedo, Luis, logra superar el miedo y sigue adelante a pesar de todo.
La resiliencia y la perseverancia para mantenerse con vida, (mención especial para su juventud) son dos elementos claves para entender la mente de este superviviente, ya que sin estas actitudes, el joven náufrago hubiera sucumbiendo rápidamente ante la presión y las inclemencias de la naturaleza. ¿Cuáles son los recursos que puede darle la naturaleza a un hombre en esa situación? Muy pocos, sin embargo, a veces la vida sorprende y puede entregar pequeños aportes que si logramos dejar de lado los escrúpulos, éstos nos pueden salvar la vida y mantenernos a flote, literalmente. Las gaviotas, los peces e incluso el agua de mar, otorgan esa cuota de esperanza para una persona que se encuentra al límite. También es importante, en el ser humano, la capacidad de observación del medio en que uno se encuentra. Esta capacidad ayuda a que las personas no se dejen abandonar a su suerte, y en cierta forma, nos colabora en el momento de mayor dificultad, cuando la fortuna te da un empujón. Revise el lector el capítulo que versa acerca del cambio en el color de las aguas, mientras él seguía a la deriva en el océano, en el mar del caribe. Esto fue fundamental para el joven marino, porque le dió la certeza de que tenía esperanzas, posibilidades de seguir con vida, debido a la proximidad de la costa y todo lo que esto implica en términos de sedimentos que llegan de la tierra al mar y que hacen cambiar la tonalidad de las aguas. La observación como base en el progreso humano y también en situaciones de sobrevivencia. Establecer relaciones, patrones y detalles con atención es, en el fondo, percibir y analizar. Esto es la base del progreso; es en esencia, para Luis la delgada linea entre la vida y la muerte.
Nuestra intención es reseñar este libro, sin la pretensión de hacer un resumen excelso del mismo. La idea es dar a conocer lo fundamental para que los lectores descubran en sus propias lecturas, aquello que les haga sentido del texto, y en este sentido, logren valorar el mensaje que cada obra esconde. Por lo tanto, para concluir, es necesario tener presente que en cada tragedia humana, siempre hay una cuota de fortuna (negativo o positivo), que determina el destino del hombre. Es como si los dioses tenían claro que de alguna manera, Luis Velasco, no debía morir en 1955 sino que en el año 2000 a los 66 años de edad aquejado de un cáncer. Es como si la Moira hubiese querido que García Márquez transfiera esta historia de sobrevivencia y sacrificio humano, a todos aquellos que se sientan atraídos por esta historia, para extraer una lección clara respecto de que la determinación humana es algo que incluso los dioses desconocen.
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