sábado, 27 de abril de 2024

Mariana Enríquez bajando al infierno

   Me han dado ganas de hablar de una novela de drogadictos y putos bisexuales (tal vez sea el género indicado para referirse a putos tipo homosexuales que no son necesariamente yeguas, y eso, lo hace más simpáticos para este lector), que estoy leyendo por estos días. Hasta ahora se cumple el apelativo de realismo sucio a "Bajar es lo peor" de Mariana Enríquez. La novela funciona: uno le toma cierta simpatía a personajes como a Facundo (hermoso, el que más, quizás indolente, seguro, herido y no carnalmente), Narval, Carolina y, por ahí, a Armendáriz. Las vidas de cada uno de ellos, de una u otra forma, están rotas y, tal vez, irremediablemente ya no se pueda reparar nada en sus existencias. Cocaína, heroína, marihuana y alcohol son el cuadro donde se desarrollan los hechos y en unos cuantos bares y calles de la ciudad de Buenos Aires.
    La obra de Enríquez transita por un realismo tétrico que se manifiesta a través de las "alucinaciones" de Narval, casi al final de la obra. Es en este momento de la historia, donde la autora nos hace creer en este juego en el cual plasma lo siniestro y lo grotesco en la problemática de las drogas y de los excesos de Narval y Facundo, etc. todo este sufrimiento y horror está atravesado por dolores del pasado y vidas quebradas; desde familias rotas e infancias duras. Narval es el más perdido en el asunto drogas: sus alucinadas con seres casi sobrenaturales, llegan hasta la paranoia. En algún momento, Facundo es emplazado por Narval, para que el joven puto, afirme que los monstruos de su amigo con ventaja son reales. Si hay o no confirmación por parte de Facu, es algo que los futuros lectores de Enríquez tendrán que descubrir ellos mismos. La grotesca vivienda de Val (como le decía Facundo a su amigo en ocasiones ) y las condiciones sanitarias que se describen en "Bajar es lo peor", nos perfilan que todo ese mundo descrito en la novela es grotesco y muy sucio e incluso bizarro. Sin embargo, en esta historia hay amor. Los dos protagonistas evidentemente que llegan a sentir un profundo sentimiento entre sí, más allá de sus vidas sexualmente abiertas a los otros, ya sea por dinero o por voluntad propia; efectivamente sienten que pueden encontrar el cariño y el amor, el cual a veces se transforma en negación del amigo con ventaja, hay que decirlo, sería una cierta chispa de curiosidad que se generó en este lector para saber si esa relación podía funcionar. Gran parte de la obra desarrolla el conflicto sentimental entre Facundo Narval y su amigo; y hay momentos en que esto llega a cansar un poco: " —¿Por qué ni siquiera pensaste que me podía molestar que estuvieras con Val?—dijo." Esto lo encontramos en el capítulo veinte; más adelante encontramos la reafirmación del conflicto sentimental en un diálogo entre Carolina y Facundo:
    "—Pero... vos me dijiste que no estabas enamorado de él.
    —No lo estoy.
    —¿Entonces?
    —Entonces... podría molestarme igual..."
    Todo este rollo en la cabeza de Facundo, para mí es un tanto agotador, aunque puedo reconocer que para otros lectores este tema sentimental confuso, sea lo que ellos están buscando en este tipo de obras.
    El trauma del pasado es otro aspecto que está en la obra. Facundo llega a somatizar dolores en su cuerpo, cada vez que tiene que hablar de Lautaro o escucha de él: ex guarda espalda del muchacho cuando éste laboraba en la época de esplendor en donde la Diabla, el bar-cabaret, en el cual Facundo levantaba clientes y otras cosas. Pero en esta novela, no solamente al parecer los protagonistas tienen traumas del pasado, sino que también hay otros personajes, que cargan con esos dolores del alma; aunque solamente la autora nos deje ver la punta del iceberg de esos sufrimientos. Seguro, nos podemos imaginar la vacía y rutinaria vida de Luis Armendáriz, cuando éste le dice a Facundo que si le pasa algo al joven prostituto, él se mataría. También podemos apreciar una realidad parecida en el personaje de la Diabla: travesti venido a menos, administrador de un cabaret gay de mala muerte, que al parecer, vive bajo la modorra constante de la ebriedad alcohólica, que trata de aplacar el recuerdo melancólico de un pasado mejor y mejorar un presente decadente, que cada día tiene que enfrentar sin mayores ánimos que volver a beber y a drogarse y ser el anfitrión de una nueva jornada laboral en su local. Para mí este personaje es un ícono de la melancolía vedette, tipo años dorados de la tía Carlina, quizás me equivoque. 
    En cuanto al estilo de esta obra, podría clasificarla en lo que se domina la ficción gótica. Creo que ya lo dije: el departamento de Narval nos deja la impresión de un lugar lúgubre y decadente. Ese lado oscuro y tenebroso, por tanto, nocivo del ser humano, se ve bien reflejado en estos espacios sórdidos y en la sexualidad vacía y fría en los que se mueven los personajes de esta novela. Estos espacios también los encontramos en la mente de los personajes principales. Los demonios y fantasmas que acosan la mente de Val, los traumas familiares de Facu atravesados por la muerte prematura de su padre y esa vida mimada que le ha dado su familia a Carolina, establecen esta idea que dejo ver en estos momentos. "Vivir era solo una forma lenta y dolorosa de morir." Acá podemos apreciar la idea basal acerca de qué es la vida y la muerte para estos personajes en esta novela. A su vez, la obra reflexiona sobre la decadencia y destrucción que la sociedad –Latinoamérica– vive a fines de la década de los noventa. (A modo de dato, la obra fue publicada en el noventa y cinco.)Las drogas y el desamor, que son el marco narrativo de esta novela, nos hacen pensar que la mirada aguda de Mariana es certera al manifestar, a través de sus personajes, cuando estos declaran que "sólo quedaba la oscuridad y la desesperanza.", como una forma de grito mudo que nadie logra escuchar. Esto es el alarido de víctimas de una sociedad indolente y descarnada que no tiene eco en nadie y que no se compadece ante el sufrimiento ajeno. A Narval le costaba distinguir entre la realidad y la ficción. Tenía un problema terrible de alucinaciones provocada por las diversas drogas que consumía, y lo más paradójico en este sentido, es que el atormentado personaje necesitaba heroína para controlar, en cierto sentido, estos arranques de paranoia alucinógena. 
   Volviendo al tema del amor, que a penas esbocé anteriormente; es necesario recordar que la relación entre Facundo y Narval, aunque era apasionada y habían gestos de enamoramiento mutuo, sin embargo, ese amor era tormentoso y destructivo. "El amor era una fuerza poderosa, capaz de destruirlo todo a su paso." Y así fue para los dos protagonistas, destructivo a la postre, aunque no se podría decir que un ataque cardíaco causado por una sobredosis de picos de heroína, sea un peligro mortal pero realmente la droga pudo más que el amor. Seguramente muchos hacen esto y siguen jugando a la ruleta rusa, allá ellos. Bueno, en fin, no quiero seguir dando la lata así que dejo hasta acá este comentario literario. A modo de cierre; sólo decir que esta novela se hace entretenida de leer debido a lo dinámico del relato, que la autora trabaja con imágenes crudas y cargadas de pasión y horror en algunos otros casos, lo hace más emocionante. Si le interesan aquellas obras que ahonden en el sufrimiento humano merced al consumo de drogas, infancias rotas y vidas al límites, esta es una lectura que lo puede acercar a ese mundo dándole un barniz de la cruda y sucia realidad de jóvenes extraviados en un Buenos Aires de principio de los noventa. 

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