sábado, 21 de enero de 2023

Comentario literario: "Apariciones" de Ariel Dorfman

Hace unos días comencé una nueva lectura: "Apariciones", del escritor chileno Ariel Dorfman. En esta novela podemos apreciar, de manera sencilla y clara, a lo largo de toda la obra, que siempre hay una tensión, mejor dicho, un problema que los protagonistas deben superar. Ese problema es en el fondo el hecho sobrenatural de las apariciones del rostro de un indígena patagónico en las fotos familiares que se toman del adolescente y posterior adulto joven: Fitzroy Foster; ciudadano norteamericano heredero de un linaje de afrenta vil, lo cual será la causa de la pérdida de su identidad en las fotografías. Ese inconveniente o condena, también pasa por saber qué quiere el visitante, que luego de largas pesquisas pasa a tener un nombre: Henri. El joven Foster ha llevado una vida agobiada por este fenómeno, desde que cumplió los catorce años, y desde su primera experiencia onanista a esa edad, lo que gatilló su calvario posterior. En cada fotografía que se le toma, aparece el rostro de Henri en vez del joven Fitzroy. Este hecho que, a simple vista podría ser tomado por un fenómeno sobrenatural -y que lo es en cierta forma-, resulta ser el punto de partida de una investigación que los protagonistas (Foster y su amada Camilla Wood, su eterna enamorada y cable a tierra) emprenderán para comprender y eliminar - esa era la idea en un inicio- de sus vidas este hecho paranormal, extraño e insólito. Más que una historia de fantasmas, esta novela se adentra en los pasajes más oscuros que nos ha dado la Europa de la época del colonialismo; que se cristaliza en las apariciones fotográficas, que de una u otra forma traen a colación directamente la persecución, caza, mutilación, destrucción del hábitat social de indígenas de todas partes del mundo, y por cierto del cono sur de sudamerica, la muerte física y cultural de cada pueblo originario que fue exterminado directa o indirectamente por la mano del europeo abusador. En ese aspecto la novela trabaja sobre un buen marco narrativo.

Merced al genocidio europeo en América, nunca más tendremos entre nosotros a los Selkman ni a tantas otras tribus por culpa de esa "afición" de cazar,  que muchos llevaron a cabo, patrocinados por las potencias de la época. Exponer a personas como si fuesen animales exóticos en grandes salones europeos de fines del siglo XIX y principios del XX, en galerías de París o Bruselas, fue realmente lamentable para la historia de nuestra especie y sigue siendo hasta el día de hoy una mancha difícilde quitar. La destrucción humana por un afán casi deportivo o en aras del conocimiento; la ignominia y el verdadero salvajismo civilizado del viejo continente y sus persecutores, y por otra parte, un llamado a la conciencia social y moral, que plantea el autor a manos de los pensamientos y sentimientos del Joven Foster, que transita desde el odio al amor fraternal con su persistente visitante, son los elementos que el autor utiliza, en parte, para ganar la simpatía del lector, sin embargo, no le resulta del todo esta fórmula a Dorfman, ya que los tránsitos anímicos del protagonista, no quedan bien resultos y resultan un tanto fingidos y dan un poco tedio; la explicación de estos quiebres emocionales por la voz atormentada de Fitzroy, son explicados muy sucintamente y no quedan muy claros. El mecanismo de construcción de la historia que sí me gustó mucho más, fue el uso académico de los datos para construir versímilmente esta historia desde la perspectiva indígena y sus captores, reflejando en la investigación que lleva a cabo Cam (brillante académica) resultados importantes para encontrar la solución al problema del visitante. Este aporte de Cam fue, en realidad, un toque detectivesco que le dio al libro un matiz más divertido. 

Algunas cosas que no resultaron del todo fueron: agentes del Pentágono norteamericano, liderados por un científico que es una suerte de rival de Cam en esa área científica-académica. Estos agentes persiguen incansablemente a los protagonistas para conservar la seguridad nacional de Estados Unidos, supuestamente se encuentra en peligro por lo que le sucede a un joven de veinticinco años y que, sin embargo, no logran convencer del todo, ya sea por falta de profundidad en los fines que buscaba el Pentágono o por alguna otra razón que no lo enganchar conmigo fácilmente. También está el final de la obra, y la decisión fundamental que debe afrontar Fitzroy, y dejar su zona de confort y encarar por él mismo el problema y no descansar casi todo el tiempo en Cam. Así llegamos al momento de la travesía por mar que busca llegar a tiempo a un ritual espiritual en la Patagonia, que llevará a cabo una comunidad residual kaweshkar, quienes tratan de encontrar una salida a la situación de Foster, sin embargo, todo es interrumpido. Más no les puedo decir. Hay ciertos matices un tanto cursis en la relación de Roy y Cam en ciertos pasajes de la historia, que ejercen un aporte ambivalente al carácter raquítico de Fitzroy Foster, que hacen que el personaje principal se vea un tanto ridículo y calzonudo. Pero en términos generales es una obra que se recomienda leer una sola vez y que, a pesar, de algunos ripios funciona porque mantiene al lector siempre en la tensión de saber si Foster logra o no desechar para siempre a su visitante o si en realidad tienen que aprender a convivir con él, lo cual a estas alturas del partido parece ser el sueño utópico de la tolerancia entre los hombres. 

El reinado del narco

 Matan a un cabecilla narco en Chile, evidentemente fue un ajuste de cuentas. Todos en la población se alertan. Algunos no saben quién pudo ...