jueves, 14 de septiembre de 2023

Tuareg: honor, desierto y venganza.

  

 La novela del español Alberto Vásquez -Figueroa, “Tuareg”, ya publicada en la ya extinta década de los ochentas, nos abre las puertas al mundo de los Tuareg: tribu amazigh (bereber), nómada del desierto del Sáhara, quienes cultivan un estilo de vida sencillo, enfocado en la cría de animales, al ir y venir entre seis países del norte de África, por donde se extiende su población, siendo fieles también a las enseñanzas de El Corán, el libro sagrado para la religión musulmana. Los núcleos familiares de los tuareg lo conforman varias personas: el hombre es el jefe familiar, el cual tiene varias esposas, como también algunos esclavos -como se presenta en la novela- y rebaños de animales tales como camellos y cabras. Ahora bien, ante lo que significa la vida como un nómade en la era moderna, uno podría pensar que el poseer esclavos supone un maltrato, sin embargo, en este caso no es así; ya que el noble inmouchar, Gacel Sayah, considera a sus esclavos como parte de su familia, como si fueran sus propios hijos, preocupándose por el bienestar de ellos. El protagonista de esta historia es un hombre noble, en el sentido real de la palabra, el cual entiende la ley de hospitalidad del Corán como sagrada; y sus tradiciones (como la de orar), están profundamente arraigadas a su religión, y él la respeta y las cumple sin vacilar. Hará cumplir esta ley, que es su palabra empeñada (como lo demanda la tradición musulmana) hasta las últimas consecuencias. Gacel Sayah, nuestro héroe o villano, dependiendo desde dónde se le mire, sacrifica todo su mundo por cumplir su palabra. En este sentido, es un hombre que honra el honor que tiene la sentencia pronunciada y empeñada; aquella que se sustenta en su Dios, en su fe y en sus tradiciones. Y todo ese fervor, por así decir, se traduce en cuanto a obediencia y sumisión ante Dios. Es por esto que no dudan llevar a cabo hasta las últimas consecuencias su deber, el cual se relaciona con la promesa de resguardo y protección para con sus huéspedes, que ha jurado cumplir ante sus inesperados visitantes, que un buen día entraron en su jaima y solicitan su ayuda.
    La humillación que significa para el tuareg, que militares -que son personas extrañas para el estilo de vida de alguien que vive del desierto- entren a su jaima, y que le arrebaten a sus huéspedes, es, a los ojos de Gacel, imperdonable e intolerable para un inmouchar respetuoso de las tradiciones. Estos militares que buscaban fervientemente a unos supuestos traidores de la patria, son personajes planos y sólo ejecutan órdenes. Los huéspedes son secuestrados o tomados preso, dependiendo desde dónde se mire, por estos militares; quienes dan muerte a sangre fría al más joven de los refugiados por el señor del desierto. Esto es el punto de partida para esta historia y para la implacable venganza del rudo y obcecado inmouchar. Gacel se embarca en una lucha por rescatar a sus huéspedes, atravesando el desierto y sus zonas más peligrosas por completo, en una búsqueda implacable para recuperar su honor herido y posteriormente a su familia. En esta lucha cruenta por su dignidad de tuareg, el respeto a sus tradiciones y, finalmente, el cumplimiento empecinado de sus deberes honoríficos. En este contexto, su porfía lo llevarán a poner de rodillas al mismísimo poder político de una nación africana que se encuentra en plena búsqueda de su destino sociopolítico. Gacel, que amenaza con destruir al mismísimo presidente, pone en jaque a ese poder. Sin embargo, éste, aunque ha subestimado las habilidades de un hombre que es uno con su ambiente, moviéndose cómodamente en el desierto; implacable utilizando esta sabiduría para la defensa y la supervivencia y el ataque, no cederá hasta el final.
    Abdul-el-Kebir, aquel antiguo líder político, que es la piedra central del argumento de esta novela, le hace ver a Gacel, una vez ya rescatado y en fuga, que el mundo ha cambiado y que sus costumbres y su forma de vida clásica, ya están prontas a desaparecer. Sin embargo, el orgulloso tuareg le demostrará a Abdul-el-Kebir, que para escapar del infierno que ha significado su huida por implacable Sáhara, a causa de la persecución que sufre de manos de sus enemigos políticos, le harán reconocer y entender que las habilidades del inmouchar para leer las señales del desierto y sobrevivir en él, son fundamentales, y, por tanto, el líder rebelde no deberá cuestionar sus indicaciones si es que quiere vivir. No obstante a las inclemencias vividas en el escape junto con Gacel, las fuerzas del famélico líder apenas le ayudan a mantenerse con vida, y lo único que puede hacer es someterse al habilidoso tuareg para sobrevivir.
    Para finalizar y a modo de conclusión e invitación, se recomienda la lectura de esta obra, para comprender el poder que tiene la voluntad humana, que se sustenta en la sabiduría que da la naturaleza y el respeto que se tiene por las tradiciones que otorgan la fe. La acción en la obra, a cada momento va ascendiendo en un espiral de sucesos que nos mantienen entretenidos y expectantes a cada decisión y acción que Gacel lleva a cabo, para cumplir su cometido final. Una obra ágil y entretenida, con diálogos interesantes respecto del paso del tiempo y de cómo mutan las sociedades y el hombre, pero también es esta obra una ventana a la vida de hombres que se encuentran en el tránsito final en sus maneras de vivir en contacto con el medio natural, en un siglo XX que dejará atrás aquellas formas de vida que son acuarelas deslavadas de otras épocas. Este libro nos hace espectadores de las últimas formas de vida de las tribus nómadas del desierto del Sáhara y nos transporta a un viaje emocionante y peligroso desde inicio a fin.

sábado, 21 de enero de 2023

Comentario literario: "Apariciones" de Ariel Dorfman

Hace unos días comencé una nueva lectura: "Apariciones", del escritor chileno Ariel Dorfman. En esta novela podemos apreciar, de manera sencilla y clara, a lo largo de toda la obra, que siempre hay una tensión, mejor dicho, un problema que los protagonistas deben superar. Ese problema es en el fondo el hecho sobrenatural de las apariciones del rostro de un indígena patagónico en las fotos familiares que se toman del adolescente y posterior adulto joven: Fitzroy Foster; ciudadano norteamericano heredero de un linaje de afrenta vil, lo cual será la causa de la pérdida de su identidad en las fotografías. Ese inconveniente o condena, también pasa por saber qué quiere el visitante, que luego de largas pesquisas pasa a tener un nombre: Henri. El joven Foster ha llevado una vida agobiada por este fenómeno, desde que cumplió los catorce años, y desde su primera experiencia onanista a esa edad, lo que gatilló su calvario posterior. En cada fotografía que se le toma, aparece el rostro de Henri en vez del joven Fitzroy. Este hecho que, a simple vista podría ser tomado por un fenómeno sobrenatural -y que lo es en cierta forma-, resulta ser el punto de partida de una investigación que los protagonistas (Foster y su amada Camilla Wood, su eterna enamorada y cable a tierra) emprenderán para comprender y eliminar - esa era la idea en un inicio- de sus vidas este hecho paranormal, extraño e insólito. Más que una historia de fantasmas, esta novela se adentra en los pasajes más oscuros que nos ha dado la Europa de la época del colonialismo; que se cristaliza en las apariciones fotográficas, que de una u otra forma traen a colación directamente la persecución, caza, mutilación, destrucción del hábitat social de indígenas de todas partes del mundo, y por cierto del cono sur de sudamerica, la muerte física y cultural de cada pueblo originario que fue exterminado directa o indirectamente por la mano del europeo abusador. En ese aspecto la novela trabaja sobre un buen marco narrativo.

Merced al genocidio europeo en América, nunca más tendremos entre nosotros a los Selkman ni a tantas otras tribus por culpa de esa "afición" de cazar,  que muchos llevaron a cabo, patrocinados por las potencias de la época. Exponer a personas como si fuesen animales exóticos en grandes salones europeos de fines del siglo XIX y principios del XX, en galerías de París o Bruselas, fue realmente lamentable para la historia de nuestra especie y sigue siendo hasta el día de hoy una mancha difícilde quitar. La destrucción humana por un afán casi deportivo o en aras del conocimiento; la ignominia y el verdadero salvajismo civilizado del viejo continente y sus persecutores, y por otra parte, un llamado a la conciencia social y moral, que plantea el autor a manos de los pensamientos y sentimientos del Joven Foster, que transita desde el odio al amor fraternal con su persistente visitante, son los elementos que el autor utiliza, en parte, para ganar la simpatía del lector, sin embargo, no le resulta del todo esta fórmula a Dorfman, ya que los tránsitos anímicos del protagonista, no quedan bien resultos y resultan un tanto fingidos y dan un poco tedio; la explicación de estos quiebres emocionales por la voz atormentada de Fitzroy, son explicados muy sucintamente y no quedan muy claros. El mecanismo de construcción de la historia que sí me gustó mucho más, fue el uso académico de los datos para construir versímilmente esta historia desde la perspectiva indígena y sus captores, reflejando en la investigación que lleva a cabo Cam (brillante académica) resultados importantes para encontrar la solución al problema del visitante. Este aporte de Cam fue, en realidad, un toque detectivesco que le dio al libro un matiz más divertido. 

Algunas cosas que no resultaron del todo fueron: agentes del Pentágono norteamericano, liderados por un científico que es una suerte de rival de Cam en esa área científica-académica. Estos agentes persiguen incansablemente a los protagonistas para conservar la seguridad nacional de Estados Unidos, supuestamente se encuentra en peligro por lo que le sucede a un joven de veinticinco años y que, sin embargo, no logran convencer del todo, ya sea por falta de profundidad en los fines que buscaba el Pentágono o por alguna otra razón que no lo enganchar conmigo fácilmente. También está el final de la obra, y la decisión fundamental que debe afrontar Fitzroy, y dejar su zona de confort y encarar por él mismo el problema y no descansar casi todo el tiempo en Cam. Así llegamos al momento de la travesía por mar que busca llegar a tiempo a un ritual espiritual en la Patagonia, que llevará a cabo una comunidad residual kaweshkar, quienes tratan de encontrar una salida a la situación de Foster, sin embargo, todo es interrumpido. Más no les puedo decir. Hay ciertos matices un tanto cursis en la relación de Roy y Cam en ciertos pasajes de la historia, que ejercen un aporte ambivalente al carácter raquítico de Fitzroy Foster, que hacen que el personaje principal se vea un tanto ridículo y calzonudo. Pero en términos generales es una obra que se recomienda leer una sola vez y que, a pesar, de algunos ripios funciona porque mantiene al lector siempre en la tensión de saber si Foster logra o no desechar para siempre a su visitante o si en realidad tienen que aprender a convivir con él, lo cual a estas alturas del partido parece ser el sueño utópico de la tolerancia entre los hombres. 

El reinado del narco

 Matan a un cabecilla narco en Chile, evidentemente fue un ajuste de cuentas. Todos en la población se alertan. Algunos no saben quién pudo ...