viernes, 20 de diciembre de 2024

Dragón Ball y un legado que perdura

Por estos días he terminado de ver todas las sagas de Dragón Ball. Este animé, que primero fue un manga, ha tenido un impacto cultural profundo en la sociedad occidental, especialmente en la generación X, millenial, e incluso en algunos Z. Akira Toriyama, su creador, revolucionó el mundo de este tipo de expresiones narrativas, por allá en los años ochenta. Artes marciales, aventuras y también el humor están presentes en los distintos capítulos que esta serie nos presenta en cada saga; en donde las habilidades de Son Gokú (el protagonista), su carisma y su compromiso de superar sus propios límites, marcan algunos de los valores o principios que no deja esta serie animada. 


Muchos podrían pensar acerca de cuál podría ser el legado o el aporte que han dejado estos “monos animados” a la sociedad. En cuanto a esto, reflexionemos respecto de este punto, haciendo un análisis más o menos riguroso de cada una de las sagas y los momentos más memorables que este animé nos presenta, cómo también su impacto cultural en nuestra sociedad.

En primer lugar, debemos hablar del pequeño Son Gokú, cuando éste llega al planeta Tierra, enviado por los sayayines; una raza de guerreros extraterrestres humanoides con fuerza sobrehumana, que son capaces de destruir planetas enteros con sus sorprendentes poderes. Estos guerreros, comandados por el rey Vegeta (padre del famoso príncipe saiyajin, que será la contraparte de Gokú a lo largo de todas las sagas. ¡Ya hablaremos de él! ), tienen como misión conquistar planetas y venderlos y entregar los réditos al emperador del Universo, Freezer, otro gran personaje de esta serie. Para cumplir este cometido, los sayayines envían a distintos guerreros de diferentes niveles de fuerza, cuando estos son apenas unos bebés de pecho, a los planetas que quieren someter. Es en este contexto donde el abuelo Gohan descubre a Gokú, solo, a los pies de la montaña Paoz. Este hombre comienza a criar al pequeño bajo las enseñanzas de las Artes Marciales y de los valores humanos. Al principio, el niño se mostraba arisco y malhumorado, con un carácter muy fuerte y autoritario con su abuelo adoptivo. Esto es el sello de los sayayines como una raza guerrera y sometedora. En uno de los paseos que habitualmente Gokú desarrollaba con su abuelo por montañas y campos, el niño se resbala de los brazos del hombre, y cae por un precipicio, golpeándose fuertemente en la cabeza. Su abuelo adoptivo lo atiende de la mejor manera hasta que el niño se recupera rápidamente. El cambio fue sorprendente en el pequeño: se transformó en un niño afable y bonachón. Es en estos momentos en que el infante sayayin sabe de la existencia de las esferas del dragón gracias a que su abuelo le habla de ellas. La persona que reúna cada una de las siete mágicas esferas, puede pedir cualquier deseo que se le ocurra. Esto, lo saben todos los fans, y también saben que el dragón Shen Long aparece y cumple el anhelo de quien lo convoca. Pero todo parte, en términos argumentales respecto del canon de Dragón Ball, cuando Son Gokú conoce a Bulma. Este personaje femenino resultará fundamental a lo largo de todas las sagas o partes que este animé tendrá. Es ella un personaje que pretende siempre buscar una solución tecnológica a los problemas que se presenten, por ejemplo, inventa el radar del dragón, objeto con el cual pueden buscar las esferas, y que sin él no podrían haberlo hecho nunca. Es ella, que ya cuando son adultos con Gokú, logra doblegar amorosamente al orgulloso y altanero Vegeta, príncipe de los sayayines, quien en sus inicios en la historia, se muestra como un enemigo poderoso y temible por su carácter despiadado y su indolencia extrema; no por nada fue lacayo de Freezer. Logrará Bulma formar una familia con él y también logrará hacer que Vegeta en cada momento en que está a punto de perder una batalla, que le costará eventualmente la vida, piense en ella y en su hijo Trunks (sabremos después que Bulma tendrá una hija, justo cuando comienza Dragón Ball Super, llamada Bra). Es Bulma un personaje tan carismático e inteligente, que incluso va a manipular con comida deliciosa al dios de la destrucción del universo 7, Beerus Sama, el cual tiene como debilidad los exquisitos platillos terrestres y las prolongadas siestas que toma, para que esta divinidad de alguna manera cumpla los deseos de la bella e inteligente Bulma.


Son Gokú desde muy niño vive importantes aventuras y luchas. En el transcurso de esas correrías es donde conoce a más amigos; así aparece Krilim, el maestro Roshi, Yamcha, Picoro Daimaku (Piccolo Jr.), Ten Shin Ham, etc. Es el Maestro Roshi uno de los personajes más emblemáticos, criticables y cómicos de este animé. Es el primer Maestro que tendrá Gokú a lo largo de toda su vida. Es él quien le enseña la gran técnica del Kamehameha; un ataque que se lanza acumulando la energía que se reúne en las palmas de las manos para luego lanzarla directamente a los rivales en las peleas. Los entrenamientos que el maestro Roshi o Kame Senin, siempre fueron muy rigurosos. Sin embargo, no tenían tal apariencia, ya que más bien eran trabajos domésticos del campo, y no obstante, estos entrenamientos lograban su objetivo: hacer más fuertes y hábiles a Gokú y sus amigos en las artes marciales. Este animé no está exento de polémica, ya que la actual cultural de la cancelación que está imperando en el primer cuarto de siglo XXI, ha hecho de un personaje que a todas luces es un viejo verde o un depravado (hablamos de Roshi), dado su excesiva compulsión hacia las mujeres, sobretodo si son jóvenes y hermosas, un sujeto cancelado socialmente por el motivo ya mencionado. Bajo está lógica no existiría un personaje así, en ningún tipo de caricatura o proyecto animado. Lo más probable es que en los años ochenta y noventa cuando el animé llegó a esta parte del mundo, el discurso subido de tono en cuanto cosificación de la mujer como objeto sexual y de explotación laboral, era algo normal y aceptado como natural. Hoy en día no es así. Hoy, todo es objeto de ser visto como el resultado de una ofensa. Es probable que el maestro Roshi hubiese sido puesto en el banquillo de los acusados, por el sólo hecho de dar vuelta su mirada para ver la figura de una mujer guapa. Es cierto: Roshi es un degenerado sin remedio, pero en la saga de Jiren, entrena su debilidad absoluta: las mujeres bellas y jóvenes, gracias a la ayuda de Puar. Este personaje es casi de tercera categoría, con una participación muy acotada a situaciones más bien infantiles, en cuanto a la trama se refiere. Puar (la mascota de Yamcha, que es un gato volador y parlanchín), tiene la habilidad especial de transformarse en cualquier objeto o ser. La prueba para purgar las pasiones de Roshi, y así ser digno de participar en el Torneo de la Fuerza organizado por Zeno Sama, el dios supremo de toda la cosmovisión del animé, es encerrarse en un pequeño cuarto con gato del guerrero Z, transformado en una apetitosa jovencita. A los ojos del maestro de Krilin y Gokú, esta es una prueba de total seriedad. En definitiva, Kame Senin, es un personaje con múltiples facetas. Sus variadas técnicas marciales son ya legendarias entre los fanáticos. El Mafuba, Kamehameha, entre otras son las expresiones de las mejores y más entretenidas maniobras marciales que muchos guerreros Z utilizan en momentos de apuro. La variedad de técnicas es también amplia como el número de personajes de esta historia. Desde bolas de energías de ki, hasta una luz cegadora potente, podemos encontrar en este divertido animé. Pero la cosa no queda acá; solamente en luces y sonidos de explosiones y fuerza y músculos, sino que Dragón Ball nos entrega valores insuperables, que solamente el ojo un poco más clínico y experto, puede percibir en el centelleante mundo de las luchas de esta serie animada. 

 La superación como clave del progreso 

Este animé y seguramente también el manga, son el reflejo de algo más grande que simples peleas, rocas gigantes que se destrozan cuando son azotados contra ellas enemigos poderosos; es más que movimientos de artes marciales o situaciones cómicas, que por cierto, las tiene. Dragón Ball es ante todo un decálogo de valores y elementos de la cultura oriental y occidental: una mezcla que ha dado buenos réditos para la serie, que se proyecta en cada una de las sagas. La primera parte del animé, cuando Gokú se debe enfrentar a la Patrulla Roja: organización de tipo terrorista que nos hace recordar a la URSS con su estética y procedimientos de sometimiento social, es un punto en la historia en la cual la amistad, lealtad y la inocencia del pequeño Son Gokú, agradan al público. Por cierto, Gokú derrota a toda la Patrulla Roja, en donde encontramos una perseverancia inclaudicable del protagonista de terminar con la organización y liberar a todos los sometidos por ella. La lealtad de siempre ir en ayuda en las batallas y defender la Tierra de eventuales destrucciones, lo observamos cuando se presenta a un Gokú ya crecido (también cuando era pequeño, en momentos en que busca las esferas del dragón para revivir a Bora de la tribu Karinga, quienes custodian la sagrada torre de Karim), de unos veinte años aproximadamente, recién convertido en padre, que entiende que la defensa de su hogar va más allá de los suyos, sino que abarca todo el planeta en su preocupación. En términos de lealtad y amistad hay que destacar que el protagonista, incluso, apadrina a ciertos rivales que, en una primera instancia, se muestran como enemigos letales. Este es el caso de Vegeta. Cuando el príncipe de sayayines llega a la tierra junto a Napa. Se muestra cruel y despiadado. Intenta a toda costa eliminar a Gukú, hacerse de las esferas del dragón y traicionar a Freezer. Pero el orgulloso príncipe a medida que transcurre la historia, se da cuenta que los terrícolas son capaces de dar la vida por sus amigos. Es en este contexto, cuando Krilim muere (por primera vez) y como consecuencia, Son Gokú desata toda su furia contra el emperador del universo, Freezer. En estos momentos en el cual Kakaroto (el nombre por el cual Vegeta siempre ha identificado a Gokú) supera sus propios límites y se convierte en el Súper Saiyajin, tras el cruel asesinato de su amigo de infancia, y derrota al cruel personaje de Freezer, que a la luz de los años se ha transformado en un personaje de culto. 

Cuando el planeta de los Namekusei está a punto de explotar, todos los sobrevivientes y muertos por el antagonista de esa saga (Freezer), son revividos y trasladados a la Tierra por gracia de las esferas de Namekusei. Cuando ya todos están a salvo en el planeta tierra, Vegeta siente por primera vez el cariño y la preocupación por su persona, de parte de una mujer. Bulma acoge en su casa a todos los Namekusei sobrevivientes del desastre junto con Vegeta, el cual ya ha cambiado en algo su actitud arisca y orgullosa, y acepta la invitación de la mujer para que se dé una ducha, se cambie de ropa, coma algo y viva con ellos. La invitación de chica adinerada de la sería, viene con una advertencia: Vegeta no se puede “enamorar" de ella. Es aquí donde el personaje de Vegeta comienza a evolucionar, aunque su forma de ser en esencia se mantiene: un ser de mal humor y antisocial. Más adelante en el animé, veremos que Vegeta, formará familia con Bulma, tendrán un hijo, Trunks. Es en la saga de Majin-Boo donde el segundo sayayin más fuerte se entregará por completo, sin antes dejarse manipular por el mago Bobbidi. Cuando Gokú increpó a Vegeta, respecto del porqué se dejó manipular por el nefasto mago, el orgulloso príncipe sayayin, le manifiesta que sólo quería volver a ser el sayayin despiadado y orgulloso que siempre había pensado que sería y que fue alguna vez. Él no se había dado cuenta en qué momento formó una familia, ni cuando se transformó en uno más de aquellas “sabandijas” amigos de Kakaroto. Vegeta logra superarse, no sólo en fuerza, sino moralmente, porque él cree que sacrificándose en una gran explosión de energía eliminará al poderoso Majin-Boo. Y esto lo hará por primera vez por otros. En ese momento se despide mentalmente de Bulma (que siempre la tiene en sus pensamientos en los momentos más críticos), Trunks y, por cierto, de Kakaroto. Recordemos que la deidad del Supremo Kaiosama es quien pone en alerta a los guerreros Z respecto a esta situación en el Torneo de Artes Marciales. En este evento, Vegeta, destruye galerías repletas de público, pero más adelante, el príncipe de los sayayines, solicita que revivan a toda la gente que por su culpa han muerto por su mano. Es claro que Toriyama siempre mantuvo sus convicciones respecto de transmitir la redención de personajes entrañables como Vegeta. Pero, ¿Por qué un personaje como este es tan querido por la audiencia? Sencillamente porque representa lo que son las personas de alguna forma. El ser humano puede llegar a ser orgulloso, mal genio, gruñón, etc. Son estas cualidades, aunque sean negativas, imprimen un carisma especial a Vegeta, como también las tiene Son Gokú, pero en un sentido totalmente diferente al del orgulloso príncipe.


En general los guerreros Z destilan en sus vidas valores que actualmente la sociedad está careciendo. Piccolo Jr., que en sus inicios, cuando fue niño y adolescente, se muestró como un villano, ya que su padre, el original Piccolo Daimaku, en el momento en que es derrotado por un infante Gokú, da vida a Piccolo Jr. a través de un huevo que expulsa por su boca antes de morir. Piccolo padre, le encarga a su hijo el mal y la venganza contra Gokú. Sin embargo, Piccolo Jr. crece y con el paso del tiempo piensa en derrotar al padre de Gohan y convertirse en el ser más poderoso de la tierra. Evidentemente en este escrito no vamos a dar grandes detalles de ciertos orígenes de personajes como Piccolo Jr.. Eso lo vamos a dejar a ustedes. Vean el animé y si pueden lean el manga. Posteriormente ya avanzada la trama, Piccolo Jr. se muestra inteligente, poderoso y con alto sentido de la justicia, y por cierto, es más que un aliado de Son Gokú, se transforma en su amigo, uno de los más cercanos (vean las últimas películas de Dragón Ball y sabrán de qué hablo). Es este personaje otra muestra de la superación moral de la cual hablaba anteriormente. Es evidente que son personajes dinámicos en el sentido ético, y eso, lo trata de proyectar el autor en la trama de cada una de las sagas. Un ejemplo del concepto que aplicamos de “sentido ético”; es el mensaje que deja el final de la saga de Jiren. Resulta que el Androide n°17 gana el Torneo de la Fuerza, pues es el último en mantenerse en lo que quedaba de plataforma. Éste era uno de los requisitos para ganar el Torneo. Sabemos que el deseo que planea pedir el Androide n°17, mientras lucha encarnizadamente en pleno Torneo, era un viaje en crucero, todo pagado, junto con su familia a un lugar paradisiaco. También sabemos que, en el momento en el cual el Gran Sacerdote le comunica al androide que debe pedir su deseo, éste cambia a última hora lo que va a pedir, y decide que todos aquellos universos que quedaron eliminados en el torneo, vuelvan a la vida, ya que la gran sentencia establecida por Zeno Sama, fue eliminar, es decir, borrar de la existencia a todo aquellos universos que sus luchadores hayan perdido ante otros guerreros. La Androide n°18 corre rápidamente hasta donde está su hermano gemelo, y lo increpa levemente por el cambio de parecer en su deseo, a lo cual interviene el Gran Sacerdote, diciendo a todos los presentes: “Ese deseo fue una elección sabía. Si el deseo hubiera sido egoísta, los Zenos habrían destruido todo el multiverso sin dudarlo”. La sorpresa y admiración de Daishinkan por el deseo altruista de 17, no deja indiferente a nadie. Los Zenos Sama tanto del presente como del futuro, ponen a prueba la moralidad de los participantes. De esta manera se entiende que Akira Toriyama le da mucha importancia al “sentido ético” del actuar de sus personajes, destacando siempre la enseñanza de valores que se encuentran tanto explícita como implícitamente en las tramas de las diferentes sagas. 


Nuestra intención al hacer un pequeño análisis de la moral de Dragón Ball, no es panfletario, sino más bien es la real convicción de evidenciar que estos dibujos animados o mangas o animés, es algo más que fuerza, poder, artes marciales y explosiones tipo nucleares. Es en el fondo la proyección del esfuerzo, por parte del autor, de dejar un legado más profundo en aquello que es visto sólo como una mera entretención de adultos y niños, por la espectacularidad de una trama envolvente. Al parecer el animé como el manga han logrado pasar con éxito la prueba del tiempo, porque ya han pasado casi cuarenta años desde su aparición en occidente, y aún, sigue el enamoramiento en aquellos niños de los ochenta, y actuales adultos, cómo también ha ido cautivando a nuevas generaciones con un mensaje que pretende dar a conocer valores y principios que los protagonistas de esta historia no pretenden hacer olvidar al público a nadie que mire con otros ojos a esta apasionante historia.



martes, 26 de noviembre de 2024

La vida que lo contempla



Cómo sabemos que existe un Buda o que existió un Buda y ahora está representado en una figura de porcelana o de cera o de barro o de arcilla; da lo mismo, a él le da lo mismo, él sabe que nada más tiene que liberarse de todo. Y el polvo está ahí: acumulándose, acumulándose, tras el tiempo que barre todo, todo que lo despoja, todo lo que contempla es todo. Cómo sabemos que existió un Buda, cómo sabemos que existió un Cristo, representado en una cruz, en una cruz que cuelga en una pieza;  en un dormitorio, y en ese sentido, esa Cruz es de plástico, plástico tal vez chino; es lo más probable, pero plástico. En cambio el Buda está hecho de arcilla o de otro plástico que imita la arcilla, da lo mismo; y entre el Buda y el Cristo colgando, en esa cruz de plástico, hay una virgen; una virgen de un material indescifrable, un material comerciable. Hay una virgen que le falta el halo, una virgen que lo único que sabe hacer es mirar hacia abajo, cómo su hijo yace muerto en la cruz. Ella, o mira hacia arriba cómo su hijo yace a la diestra de Dios Todopoderoso, o mira hacia atrás. Y están los familiares en la fotografía, la que acumula polvo en el polvo. Se acumula en ella, da lo mismo. Pero también está el tablero de ajedrez, el dibujo y la pintura de acuarela, la témpera que ha agitado la mano plasmando un sentir y se lo han regalado a su padre, y arriba, más arriba en la pared, colgado, hay un collage, un collage de distintas cosas; donde aparecen personas y personajes, héroes y heroínas donde hay enseñanza del arte, donde hay lectura, donde hay votos blancos, donde dice dona, que te amo. Y ahí está el inglés mirando y mirando, perplejo, petrificado en el tiempo, petrificado en la visión, petrificado en la estatura, petrificado en toda la vida, y en ese sentido, no hay más que dar vuelta la mirada y encontrarse nuevamente con ese Buda. Ese Buda que lo rodea Caín y Abel, ese Buda que está a su lado derecho. Y también está Pío Baroja con la Ciudad de la niebla y también está Joseph Conrad, está Julio Cortázar y César Pabs y Henry Miller, Jorge Luis Borges y también Roa Bustos. Para qué hablar más, para qué decir más; quizás ya no hayan palabras que contengan Paz, ya no hayan palabras que desaten guerras o la guerra desata las palabras, da lo mismo porque todo se ha trocado en una suerte de abanico; como si fuese una lotería, como si fuese el filtro de un sifón que se atasca de materias fecales o de materia orgánica, que todavía no se puede descomponer y que roe y roe la vida de alguien que lo contempla.

viernes, 12 de julio de 2024

La puta poesía (parte 1)


 En un arranque de creación literaria, se propuso hacer el siguiente ejercicio: contactar a una scorts y conversar con ella; saber todo lo que pudiese de una mujer curtida por la sexualidad remunerada. No tenía otra intención más que esa y, sin embargo, las cosas tomaron giros un tanto de tragicomedia. Quería saber cosas de ella; cosas relativas a lo humano y lo divino; de los cuidados de mujer que debía aplicar para con su oficio, sus gustos, sus inicios en el trabajo más antiguo del mundo, entre muchas otras cosas más. Él creyó que podría charlar con una mujer del ambiente y conseguir adentrarse en alguna profundidad secreta del alma de una cortesana del siglo XXI. La “niña” del ambiente, que el joven poeta contactó, no tenía más de veintidós años. En las fotos vistas de la muchacha en el internet deslumbraban la belleza femenina y la juventud de la prostituta. El primer contacto por el chat fue un tímido hola, seguido de un ¿estás en la zona? La mujer urgía a su cliente con el listado de los precios y los tiempos que los comensales podían estar con ella. Para él, esto no era más que un ejercicio necesario para pulir sus rudimentos literarios, porque era necesario conocer la distancia y la relación que existe entre literatura y vida. La conversación inicial por chat, fue en la madrugada, cerca de las dos de la mañana. Esa era la hora indicada para poder contactar más fácilmente a una mujer de este ambiente, pensó con toda certeza. Desde que la mujer le respondió el primer hola hasta la última palabra que cruzaron, no pasaron más de treinta minutos en general: un tiempo bien breve como para conocer los recovecos de un alma atormentada por una sexualidad descarnada y vacía de sentido, pensó mientras miraba la pantalla de su aparato celular.

La amenaza fue fulminante al joven literato: la meretriz le comunicó que, por su negativa a atenderse con ella, tenía que pagar por ese tiempo que no estuvo disfrutando de sus servicios, ya que la señora de la pieza, le pedía el dinero por el uso de su habitación por adelantado; que supuestamente habría ocupado con el poeta. Éste, evidentemente se negó a pagar cualquier tarifa, ante un ultraje tan descarado. Le dijo a la joven puta que no estaba dispuesto a aquello. Instantáneamente llega un mensaje de texto con una amenaza directa, solicitando lo mismo que le pedía la puta, pero esta vez era un hombre: el dinero por el tiempo desperdiciado de la puta. Ahora la intimidación era de un calibre distinto: “usted ya sabe: si no cancela lo que nos hizo perder, le caemos. Ya le digo no más. La doña, ya nos dio la orden, ya está avisado pues, joputa”. El tiempo se detuvo en ese momento para el poeta, como si fuese una estatua de sal, el joven literato, no lograba salir de su asombro. Su ánimo se alteró y el miedo lo invadió cuando la puta ejecutó la extorsión, mostrando la foto del joven poeta y su perfil público de redes: “ya ve el profesorsito, descarao, que nos hace perder el tiempo a nosotras; las trabajadoras sexuales”. La funa, que consistían en declarar que el hombre era un desgraciado, que había solicitado los servicios sexuales de una puta que parecía una adolescente de redes sociales, que poco menos era un depravado, siendo profesor cómo era posible esto. Pero nadie reparaba en las verdaderas intenciones del joven poeta. Un escalofrío lo invadió, lo dejó pensativo, sintiendo que ese arranque de creación literaria, había sido un error. Pensando que era muy crédulo, se recriminó. El mundo no entendería nunca sus intenciones artísticas; decidió bloquear a sus intimidadores. La fotografía que exhibía el matón a sueldo de la puta en su perfil del chat, realmente era extraída de una de las MS salvadoreñas antes de Bukele. Cerró todas sus cuentas, revisó los sitios web en los cuales la gente solía hacer funas, para ver si su nombre aparecía en algunos de esos infames listados de escrutinio público que solían manchar irreversiblemente el prestigio de cualquier persona de bien. Como un juguete del destino, que está sujeto a caprichos mayores, la situación lo golpeaba como una broma irreconocible. Lo inverosímil de las circunstancias de los hechos, lo sorprendía: en menos de una hora la mafia venezolana podría caer en su casa, una casa de poeta, con una parra en el patio y los perros falderos ladrando; los autos pasando a velocidad regular por la calle que da a su pasaje. Según el joven y ahora triste y angustiado poeta, los perros de su calle iban a dar el aviso de lo inevitable. Pasaron unos tres días y el poeta comenzó a recluirse en su casa, cada vez más. A la semana ya no salía en absoluto, y pedía a amigos que le hicieran las compras por él. Sentía que estaba siendo observado. De pronto creía escuchar las voces de jóvenes muchachas pasando por fuera de su casa, y estaba seguro que algún día, saliendo de su reducto se encontraría de frente con la puta. Aún recordaba el rostro sensual y tierno de la muchacha; de aquella lolita aventurada a una peligrosa profesión, la que lo extorsionó sin un dejo de compasión. Y eso le hizo pensar que estábamos mal como especie.

Y llegó el día en que nadie le pudo ayudar a hacer su vida cotidiana. Sus padres (ya un tanto ancianos) no habían ido a la ciudad donde vivía el joven vate por esos días; ya no podía contar con ellos. Los tres amigos que accedieron a ayudarle con compras y trámites, justo ese día no podían asistir a su amigo. Sus vidas personales, ese día, no les daba margen para otra cosa, que no fuera compromisos impostergables. Su vecino, el Miguelo, en ese momento, había salido temprano a surcar el aire con su kay. Las circunstancias del día lo obligaron a salir al supermercado. Las clases online que el joven poeta daba tres veces por semanas ya no lo salvarían tampoco. Según el literato eran la excusa perfecta para convencer a sus amigos y familiares que no podía salir de su casa.

Quizás todo esto algún día lo volvería loco y dejaría para siempre la escritura y sus clases.

Ese verano de 2026, ya extinto en los recuerdos fugaces de la gente, fue el anticipo de lo inesperado; de lo trágico vestido de irónico, y el joven poeta desconocía ese porvenir. Paradójico siendo vate, pero las cosas se precipitaron a un punto infinitamente tenso y desconocido para él. La ruta hacia el pueblo natal del poeta era sinuosa y con cierta cuota de vértigo debido a lo escarpado del camino, porque ésa era la única ruta para llegar a su pueblo; y en el camino encontró cierto consuelo al descubrir que los paisajes de su niñez aún se conservaban y sintió nostalgia del futuro y del pasado; porque ya nada le importó: estaría en casa. Se olvidó de todo, de sus proyectos y emprendió el viaje al pueblo de sus padres, el que era su pueblo, y aún así, ese lugar se mostraba como una cosa ajena a él. Caminaría por las calles que lo vieron crecer, que en su mayoría eran de tierra, ya que el pueblo no podía solventar los gastos viales de esa envergadura. Sería reconocido quizás por algunos cuantos lugareños, y él reconocería a su vez, ciertos rostros (ya envejecidos y demacrados) que se mostraban y desaparecían entre faroles, sauces, pérgolas, parrones y la vieja y única iglesia del poblado.

Soñé con una mujer que tenía tres bocas y la misma cantidad de senos. Estaba esperándome sentada en el living de mi casa, con un vaso de Jack Daniels, y una mirada sensual; que se impregnaba en mi mente de manera extraña. Sus senos estaban desnudos, pero no había pezones en ellos. Yo me quedaba mirando mudo, sin poder hacer o decir nada frente a su presencia. Quizás esto no lo soñé, sino que lo viví en algún momento del tiempo y el espacio; en otro universo, en otra realidad. El asunto es que no podía decirle nada a esa mujer. Sus palabras llegaban a mi mente y no a mis oídos; a pesar que veía cómo movía sus labios, y así estuve por casi ocho horas: alucinando y con mucha sed. Bebía y no pasaba nada. Miraba y sólo escuchaba sus palabras casi obscenas, casi santas, casi espirituales y sexuales. Luego llegó un hombre y me encañonó con un gran revolver. Mi sien sudó. Posterior a eso, este hombre, me sacó de la habitación en la que estaba. Me encontraba de momento en una toma; rodeado de casas construidas de material ligero: rucos indignos para cualquier ser humano. Los rostros que aparecían eran haitianos y venezolanos; quizás algunos chilenos de la José María Caro. Todos eran hombres con cortes de pelo tipo cantantes urbanos. Todos emitían al unísono un discurso apologista a la droga y los ajustes de cuentas, a las scorts casi adolescentes y a las fiestas en islas alejadas, y fiestas en calles tomadas, adornadas con banderas de colores y de equipos de fútbol de barrio; donde el control absoluto lo tienen los grandes empresarios del hampa. Desperté bañado en sudor. La persona que iba a mi lado me miraba con una cuota de extrañeza y perplejidad. Aún estaba en camino a mi pueblo y sintiendo el resabio de la pesadilla que recién había tenido. Noté que el bus me causó náuseas, pero no pude vomitar. Al descender del bus rural, pude darme cuenta que la plaza, que servía de terminal de buses, había muchas personas reunidas: varias mujeres jóvenes que descolocaban las miradas de los viejos pueblerinos. Días después del arribo a mi viejo pueblo, supe por voz de algunos amigos, que llegaron a nuestra localidad, una partida de jóvenes prostitutas contratadas todas por don Eladio Rojas. Era increíble: las putas me perseguían. Mi viejo proyecto poético, de pronto, resurgió con inusitadas fuerzas. Contacté, rápidamente, esta vez, a un amigo muy querido que estuvo dispuesto a entablar relaciones comerciales con las mujeres del ambiente y con cualquier otra, y así, acceder (y atenderse con la más joven de las putas, porque realmente no tenía ningún escrúpulo en ello, y se sentía muy entusiasmado, ya que hace mucho tiempo no estaba en la compañía femenina) a la más guapa y joven de todas aquellas sacrificadas mujeres de vida nocturna. De alguna forma mi contrita conciencia me impedía acercarme a ellas; así que le entregué a mi amigo, mi cuestionario. Él, con una mueca de estupefacción, me miró y me dijo que era ridículo lo que le estaba pidiendo. Que accedía solamente, si yo le financiaba la mitad del costo de la señorita, por aquella noche. Está bien, dije. Te daré lo que me pides amigo mío, pero tienes que sacar hasta la última gota de información de ese ser. Quiero saber todo acerca de la vida de esta mujer. Para eso vas a llevar una grabadora; no quiero escuchar quejidos o ruidos raros o cosas por el estilo, preocúpate de grabar la conversación sin que ella se siente intimidada, por favor, le dije.

Se suponía que Gabriel le entregaría la grabación lo antes posible, y ya estábamos a lunes y no tenía idea de su amigo. Gabriel Órdenes, compañero de curso del joven poeta, que fue una persona estridente y ansiosa, se transformó rápidamente en uno de los amigos del novel poeta. Tuvo una vida un tanto sacrificada: sus padres, campesinos que laboraban un terreno que era del patrón de don Anselmo, padre de Gabriel. Ese don Anselmo, hombre curtido en los placeres de la tierra y de las mujeres desde que tenía trece años, llevó a su hijo, Gabriel, a las cuatro luces, también para que el muchacho sintiera que ya es un hombre, cómo él lo había hecho en su momento. Allí, esa noche, Gabito, conocería a la famosa churrasco. El niño sintió vergüenza y pensó que él tenía la culpa por no querer agradar a su papá al dejar que esa mujer le diera sus caricias por donde orina. Se estremeció y sintió cómo la mujer lo miraba: los ojos de ella, su sombra de maquillaje, sus ojos desde abajo nunca se le olvidaron a Gabriel, y ya nunca pudo relacionarse sanamente con una mujer. Desde que comienza la adolescencia de Gabo, como le llamaba el poeta, éste acompaña a su padre, tres veces por semana, a las faenas en el campo. Cada fin de mes se emborrachaba y comía cordero y papas cocidas, jugaba a los palitroques y todo terminaba en las cuatro luces.

Pasaron un par de días más luego que se cumpliera el plazo que le diera Ramón a Gabriel para que le entregara la grabadora con el relato de la puta. Ramón Román Riquelme Rodríguez, conocido por toda la comunidad como poeta joven, que a la vez era un destacado profesor de literatura y lengua castellana, llamada actualmente “lenguaje” a aquella asignatura, era una figura reconocida en su pequeño poblado al sur de Chile. Había publicado un par de obras en la capital. Una de ellas hablaba de neo nazis indígenas urbanos, que se agrupaban habitualmente para salir a barrer blanquitos, como ellos le llamaban a los cuicos. La minita, hermanito, estaba de chuparse los dedos, le manifestó a Ramón con una cara de alegría que no se la quitaba fácilmente. Pero le tienes, me la puedes lo antes posible, para proseguir con mi trabajo, le dijo el poeta de provincias. Gabriel quedó de pasarle la grabación y más esa noche en su casa. Ramón sintió que esa noche tendría que lanzarse y compartir una larga conversación con su amigo. El timbre sonó largamente por tres oportunidades, y así supo Gabriel, que su amigo poeta era el que estaba al otro lado de la puerta. Ramón le dijo que ésa era la forma de identificarlo cuando él fuera verlo a su morada. Esta idea la saque de un libro de la Mariana Enríquez, le dijo en ese momento, pero Gabriel no tenía idea, y eso, no está mal, pensaba Ramón. Todo en él se había congelado: su mirada se clavó en ella como si fuese uno de los clavos de un Cristo barroco; la sorpresa lo dejó mudo e inmóvil en el dintel de la puerta. Los de la habitación por un momento lo miraron, a su vez, con una leve risa el rostro. Ramoncito, ven, deja que te presente a mis amigas. Esta era la sorpresita que te tenía, guachito, dijo Gabriel con un tono fiestero que de soslayo traía picardía en su mirar. Ya no quería sentir más timidez, así que aceptó el primer trago de la noche. Raro porque Ramón no era bebedor, y siempre tuvo una actitud desconfiada con el alcohol, pero esa noche sería distinta. No puedo creer que sea ella, y lo hermosa que se ve…, pensó casi diciendo lo que pensaba. Las risas, las copas y la conversación se fue dando naturalmente entre los cuatro. La otra mujer que acompañaba a muñequita se llamaba Alicia, y miraba a cada rato a Ramón. Éste le preguntó de frentón a la muñequita por sus mejores momentos con los clientes. La muchacha, porque eso era, lo miró con una cara de estupor, pero al instante sonrió lujuriosamente y le dijo: “eso lo podemos ver los dos solos más tardecito”. No tengo cómo pagarte, le había dicho el poeta. Ella sólo se rio.

- ¿Te gusta? - la puta hizo la pregunta como si pidiera disculpas.

Claro que me gusta, pequeña imbécil. ¿Cómo no me podría gustar? Pregunto esto como queriendo que me respondas, pero no entenderías nada de nada. Sólo lo que puedes entender es mover el trasero, haciendo muecas estúpidas frente a las cámaras de los celulares y subiendo tus videos simplones a las redes. Quizás no podrías ni siquiera formar una breve oración simple, sin que se te caigan los calzones, sin que tu padrastro o tío, te haya tocado la vaginita lampiña y suave de una pendeja de quince años como tú. Claro, ahora tienes quizás unos dieciocho años, y ahora sí tu coñito está peludito, se le cruzaba este pensamiento mientras tenía a la muchacha sobre él. Su mirada se clavaba en el rostro de ella. No tenía conciencia plena de lo que pensaba, y así, lograba articular malos pensamientos; un pelambre mental potente. El alcohol ya le había alterado su habitual forma de ser. La (¿pseudo?) embriaguez no le permitía eyacular. El placer que sentía el literato era constante pero no llegaba a un clímax evidente, sin embargo, la puta se destornillaba en gozo, lo que se manifestaba en sonoros quejidos que invadían casi toda la morada.  Seguro en las afueras de la casa había gente, que, transitando cerca, se escandalizaba o no por los sonidos del amor que venían y se iban.

Y la pregunta fue muy sencilla, sin embargo, me impresionó que ella me la hiciera: quería saber si me excitaba que me lamieran el culo. La miré extrañado, pues nunca pensé que me harían una consulta de esa naturaleza. Siempre pensé que a las mujeres les encantaba que le dieran el beso negro, pero que se lo hagan a un hombre, eso era otra cosa. Evidentemente, con cierta vergüenza de mi parte, que nunca permitiría que nadie me hiciera algo así. Ella rio de buena gana porque no me creyó. Le dije con el tono más serio que le podía colocar a mi voz, que se olvidara de ese tipo de cosas conmigo, que yo era un tipo convencional, que sólo tenía un interés literario en ella y en su trabajo. A medida que bebía margarita sus ojos tornaban más bellos, más profundos, aunque con una pequeña cuota de melancolía o nostalgia, no estoy completamente seguro de ello. 

—a ti, ¿eso debe hacer tu trabajo mucho más agradable, me imagino? —Su risa me incomodó un poco, porque dejaba entrever un dejo de sorna, que yo alcancé a visualizar como una respuesta afirmativa. Pero su sonrisa la hacía más bella. El mesero llegó de pronto con dos tragos más. Pensé que ella era tan caliente como la Gina; aquella muchacha huérfana y media estúpida, que era el deleite de todos los que se ponían la cabeza del Gigante para afilársela, allá donde las viejas de la casa del futre ése de los Azcoitía. No puedo negar que la conversación se me estaba escapando de las manos, y que, por debajo de la mesa, ya tenía una erección en ciernes que sería cada vez más difícil de disimular. 

—Realmente disfruto mucho mi trabajo, aunque debo confesar que en el principio fue bastante chocante, sobre todo con los dos primeros clientes, que fueron dos viejos bien feos y con plata, eso deja de lado cualquier tipo de reparo que una tenga. Cuando estaba con ellos, les pedí que nos fuéramos a la ducha, que el agua caliente corriendo por el cuerpo me calentaba mucho, cosa que es cierto, pero así me aseguré que el tipo estuviese totalmente limpio. El olor a jabón me dio el impulso necesario para trabajar bien esa noche. El tipo, viejo y gordo fue pasable después de eso, porque para ser sincera, los olores fuertes me cortan la leche, tú me entiendes. —dijo esto como si realmente tuviese una confianza única en mí. No me conoce y aun así se abre como una pequeña flor de invierno. Me busca con la mirada mientras habla y habla. No deja de contarme cosas banales y, aun así, me siguen interesando sus anécdotas, sus pequeñas historias de puta joven. 

Hace años que estoy en una búsqueda. Es una compleja tarea que me he encomendado, pero realmente no sé lo que tengo que buscar. Eso sí, sé dónde tengo que indagar. Son los libros; esencialmente es ahí donde se encuentra aquello que debo hallar. Lo más probable es que me demore una eternidad en todo esto, no importa lo que me cueste, perseveraré en este empeño hasta el final, que me imagino lo que es, pero cuesta admitir la propia desaparición, es natural. Pero para entender lo que estoy tratando de decir es necesario que explique unas cuantas cosas de mí, sin el ánimo de ser muy autorreferente. Soy un chileno de clase media, diría que, mirando hacia abajo, a pesar que tengo la docencia de profesión. Bueno, ser profesional en este país no asegura gran cosa; la verdad es que, por lo menos para tener un pasar tipo europeo o gringo, es necesario ganar sobre los tres millones de pesos y no pretender que te alcanza, con mucha cueva, con seiscientos cincuenta mil pesos todos cagados. Ella me miraba como hipnotizada, me escuchaba transportada a otra dimensión, a una hecha de gloria y de placer. Ahí le dije: recién ahí podríamos hablar, sin embargo, dulzura, ser profesor no está ni remotamente cerca al buen pasar gringo, eso te lo puedo asegurar. La actividad docente está sobrecargada, el sistema es agobiante: no permite la autonomía de decisión al profe. Éste no puede operar libremente en el problema pedagógico del estudiante, ya que está sujeto a programas de estudio grandilocuentes (quise en ese momento decirle: inabarcable en todos los ámbitos del saber humano, abstuve), y a salas atestadas de estudiantes. Ellos y sus familias son la otra pata de esta mesa a mal traer… Esta falta de autonomía docente podría ser la clave para remediar en algo esta situación tan decadente; como también la reducción del número de alumnos que un profesor atiende por nivel, podrían ayudar. Pero, en fin, mi propósito acá no es hablar de mi trabajo exclusivamente. Para aclarar muchas cosas tendré que hablar de cosas muy lejanas en el tiempo. Ella me miró y me dijo que no. No quería seguir escuchándome, lo que era seguro es que se había aburrido con lo que le decía. Ella me tomó de la mano y me introdujo en el cuarto. Me pidió que no hablará más, que sólo me dedicara a contemplar mi propio placer, que me reconociera en ese placer carnal que ella me proporcionaría. Sin saber cómo, ella, ya me tenía en cuatro patas en la cama. Me separó las piernas y comenzó su trabajo. Al inicio me recorrió el pensamiento un rechazo categórico, pero su lengua y sus labios en mi ano pudieron más que mis reparos varoniles ante tal practica sexual. Con una habilidad sorprendente transitaba entre mi pena, mis testículos y mi ano. El placer crecía y yo perdía la noción temporal, el infinito se presentó en toda su amplitud hasta que llegó el fin abrupto. No sé cómo, pero ella se había tragado toda mi esencia y seguía con su loco afán. Esa noche, mientras la veía dormir, las pocas horas que nos quedaban en las Cuatro Luces, sentía que la experi


encia había sido lo más alucinante que jamás había vivido. Los cortos de coñac, la mota que se sacó y su sexo delicioso, fueron la expresión del goce total. “Ahora yo, hazme el nanay”, me decía a penas se despertaba de una siesta breve. Y yo sentía que mis huevos iban a estallar y mi glande estaba rojo como tomate, y, aun así, ella lograba inmediatamente estimularme. Ella valía la pena, cada uno de los putos pesos que esa noche me cobró.

Y me dices que así terminaba tu sueño. Parece que algo te llama.




sábado, 27 de abril de 2024

Mariana Enríquez bajando al infierno

   Me han dado ganas de hablar de una novela de drogadictos y putos bisexuales (tal vez sea el género indicado para referirse a putos tipo homosexuales que no son necesariamente yeguas, y eso, lo hace más simpáticos para este lector), que estoy leyendo por estos días. Hasta ahora se cumple el apelativo de realismo sucio a "Bajar es lo peor" de Mariana Enríquez. La novela funciona: uno le toma cierta simpatía a personajes como a Facundo (hermoso, el que más, quizás indolente, seguro, herido y no carnalmente), Narval, Carolina y, por ahí, a Armendáriz. Las vidas de cada uno de ellos, de una u otra forma, están rotas y, tal vez, irremediablemente ya no se pueda reparar nada en sus existencias. Cocaína, heroína, marihuana y alcohol son el cuadro donde se desarrollan los hechos y en unos cuantos bares y calles de la ciudad de Buenos Aires.
    La obra de Enríquez transita por un realismo tétrico que se manifiesta a través de las "alucinaciones" de Narval, casi al final de la obra. Es en este momento de la historia, donde la autora nos hace creer en este juego en el cual plasma lo siniestro y lo grotesco en la problemática de las drogas y de los excesos de Narval y Facundo, etc. todo este sufrimiento y horror está atravesado por dolores del pasado y vidas quebradas; desde familias rotas e infancias duras. Narval es el más perdido en el asunto drogas: sus alucinadas con seres casi sobrenaturales, llegan hasta la paranoia. En algún momento, Facundo es emplazado por Narval, para que el joven puto, afirme que los monstruos de su amigo con ventaja son reales. Si hay o no confirmación por parte de Facu, es algo que los futuros lectores de Enríquez tendrán que descubrir ellos mismos. La grotesca vivienda de Val (como le decía Facundo a su amigo en ocasiones ) y las condiciones sanitarias que se describen en "Bajar es lo peor", nos perfilan que todo ese mundo descrito en la novela es grotesco y muy sucio e incluso bizarro. Sin embargo, en esta historia hay amor. Los dos protagonistas evidentemente que llegan a sentir un profundo sentimiento entre sí, más allá de sus vidas sexualmente abiertas a los otros, ya sea por dinero o por voluntad propia; efectivamente sienten que pueden encontrar el cariño y el amor, el cual a veces se transforma en negación del amigo con ventaja, hay que decirlo, sería una cierta chispa de curiosidad que se generó en este lector para saber si esa relación podía funcionar. Gran parte de la obra desarrolla el conflicto sentimental entre Facundo Narval y su amigo; y hay momentos en que esto llega a cansar un poco: " —¿Por qué ni siquiera pensaste que me podía molestar que estuvieras con Val?—dijo." Esto lo encontramos en el capítulo veinte; más adelante encontramos la reafirmación del conflicto sentimental en un diálogo entre Carolina y Facundo:
    "—Pero... vos me dijiste que no estabas enamorado de él.
    —No lo estoy.
    —¿Entonces?
    —Entonces... podría molestarme igual..."
    Todo este rollo en la cabeza de Facundo, para mí es un tanto agotador, aunque puedo reconocer que para otros lectores este tema sentimental confuso, sea lo que ellos están buscando en este tipo de obras.
    El trauma del pasado es otro aspecto que está en la obra. Facundo llega a somatizar dolores en su cuerpo, cada vez que tiene que hablar de Lautaro o escucha de él: ex guarda espalda del muchacho cuando éste laboraba en la época de esplendor en donde la Diabla, el bar-cabaret, en el cual Facundo levantaba clientes y otras cosas. Pero en esta novela, no solamente al parecer los protagonistas tienen traumas del pasado, sino que también hay otros personajes, que cargan con esos dolores del alma; aunque solamente la autora nos deje ver la punta del iceberg de esos sufrimientos. Seguro, nos podemos imaginar la vacía y rutinaria vida de Luis Armendáriz, cuando éste le dice a Facundo que si le pasa algo al joven prostituto, él se mataría. También podemos apreciar una realidad parecida en el personaje de la Diabla: travesti venido a menos, administrador de un cabaret gay de mala muerte, que al parecer, vive bajo la modorra constante de la ebriedad alcohólica, que trata de aplacar el recuerdo melancólico de un pasado mejor y mejorar un presente decadente, que cada día tiene que enfrentar sin mayores ánimos que volver a beber y a drogarse y ser el anfitrión de una nueva jornada laboral en su local. Para mí este personaje es un ícono de la melancolía vedette, tipo años dorados de la tía Carlina, quizás me equivoque. 
    En cuanto al estilo de esta obra, podría clasificarla en lo que se domina la ficción gótica. Creo que ya lo dije: el departamento de Narval nos deja la impresión de un lugar lúgubre y decadente. Ese lado oscuro y tenebroso, por tanto, nocivo del ser humano, se ve bien reflejado en estos espacios sórdidos y en la sexualidad vacía y fría en los que se mueven los personajes de esta novela. Estos espacios también los encontramos en la mente de los personajes principales. Los demonios y fantasmas que acosan la mente de Val, los traumas familiares de Facu atravesados por la muerte prematura de su padre y esa vida mimada que le ha dado su familia a Carolina, establecen esta idea que dejo ver en estos momentos. "Vivir era solo una forma lenta y dolorosa de morir." Acá podemos apreciar la idea basal acerca de qué es la vida y la muerte para estos personajes en esta novela. A su vez, la obra reflexiona sobre la decadencia y destrucción que la sociedad –Latinoamérica– vive a fines de la década de los noventa. (A modo de dato, la obra fue publicada en el noventa y cinco.)Las drogas y el desamor, que son el marco narrativo de esta novela, nos hacen pensar que la mirada aguda de Mariana es certera al manifestar, a través de sus personajes, cuando estos declaran que "sólo quedaba la oscuridad y la desesperanza.", como una forma de grito mudo que nadie logra escuchar. Esto es el alarido de víctimas de una sociedad indolente y descarnada que no tiene eco en nadie y que no se compadece ante el sufrimiento ajeno. A Narval le costaba distinguir entre la realidad y la ficción. Tenía un problema terrible de alucinaciones provocada por las diversas drogas que consumía, y lo más paradójico en este sentido, es que el atormentado personaje necesitaba heroína para controlar, en cierto sentido, estos arranques de paranoia alucinógena. 
   Volviendo al tema del amor, que a penas esbocé anteriormente; es necesario recordar que la relación entre Facundo y Narval, aunque era apasionada y habían gestos de enamoramiento mutuo, sin embargo, ese amor era tormentoso y destructivo. "El amor era una fuerza poderosa, capaz de destruirlo todo a su paso." Y así fue para los dos protagonistas, destructivo a la postre, aunque no se podría decir que un ataque cardíaco causado por una sobredosis de picos de heroína, sea un peligro mortal pero realmente la droga pudo más que el amor. Seguramente muchos hacen esto y siguen jugando a la ruleta rusa, allá ellos. Bueno, en fin, no quiero seguir dando la lata así que dejo hasta acá este comentario literario. A modo de cierre; sólo decir que esta novela se hace entretenida de leer debido a lo dinámico del relato, que la autora trabaja con imágenes crudas y cargadas de pasión y horror en algunos otros casos, lo hace más emocionante. Si le interesan aquellas obras que ahonden en el sufrimiento humano merced al consumo de drogas, infancias rotas y vidas al límites, esta es una lectura que lo puede acercar a ese mundo dándole un barniz de la cruda y sucia realidad de jóvenes extraviados en un Buenos Aires de principio de los noventa. 

jueves, 14 de septiembre de 2023

Tuareg: honor, desierto y venganza.

  

 La novela del español Alberto Vásquez -Figueroa, “Tuareg”, ya publicada en la ya extinta década de los ochentas, nos abre las puertas al mundo de los Tuareg: tribu amazigh (bereber), nómada del desierto del Sáhara, quienes cultivan un estilo de vida sencillo, enfocado en la cría de animales, al ir y venir entre seis países del norte de África, por donde se extiende su población, siendo fieles también a las enseñanzas de El Corán, el libro sagrado para la religión musulmana. Los núcleos familiares de los tuareg lo conforman varias personas: el hombre es el jefe familiar, el cual tiene varias esposas, como también algunos esclavos -como se presenta en la novela- y rebaños de animales tales como camellos y cabras. Ahora bien, ante lo que significa la vida como un nómade en la era moderna, uno podría pensar que el poseer esclavos supone un maltrato, sin embargo, en este caso no es así; ya que el noble inmouchar, Gacel Sayah, considera a sus esclavos como parte de su familia, como si fueran sus propios hijos, preocupándose por el bienestar de ellos. El protagonista de esta historia es un hombre noble, en el sentido real de la palabra, el cual entiende la ley de hospitalidad del Corán como sagrada; y sus tradiciones (como la de orar), están profundamente arraigadas a su religión, y él la respeta y las cumple sin vacilar. Hará cumplir esta ley, que es su palabra empeñada (como lo demanda la tradición musulmana) hasta las últimas consecuencias. Gacel Sayah, nuestro héroe o villano, dependiendo desde dónde se le mire, sacrifica todo su mundo por cumplir su palabra. En este sentido, es un hombre que honra el honor que tiene la sentencia pronunciada y empeñada; aquella que se sustenta en su Dios, en su fe y en sus tradiciones. Y todo ese fervor, por así decir, se traduce en cuanto a obediencia y sumisión ante Dios. Es por esto que no dudan llevar a cabo hasta las últimas consecuencias su deber, el cual se relaciona con la promesa de resguardo y protección para con sus huéspedes, que ha jurado cumplir ante sus inesperados visitantes, que un buen día entraron en su jaima y solicitan su ayuda.
    La humillación que significa para el tuareg, que militares -que son personas extrañas para el estilo de vida de alguien que vive del desierto- entren a su jaima, y que le arrebaten a sus huéspedes, es, a los ojos de Gacel, imperdonable e intolerable para un inmouchar respetuoso de las tradiciones. Estos militares que buscaban fervientemente a unos supuestos traidores de la patria, son personajes planos y sólo ejecutan órdenes. Los huéspedes son secuestrados o tomados preso, dependiendo desde dónde se mire, por estos militares; quienes dan muerte a sangre fría al más joven de los refugiados por el señor del desierto. Esto es el punto de partida para esta historia y para la implacable venganza del rudo y obcecado inmouchar. Gacel se embarca en una lucha por rescatar a sus huéspedes, atravesando el desierto y sus zonas más peligrosas por completo, en una búsqueda implacable para recuperar su honor herido y posteriormente a su familia. En esta lucha cruenta por su dignidad de tuareg, el respeto a sus tradiciones y, finalmente, el cumplimiento empecinado de sus deberes honoríficos. En este contexto, su porfía lo llevarán a poner de rodillas al mismísimo poder político de una nación africana que se encuentra en plena búsqueda de su destino sociopolítico. Gacel, que amenaza con destruir al mismísimo presidente, pone en jaque a ese poder. Sin embargo, éste, aunque ha subestimado las habilidades de un hombre que es uno con su ambiente, moviéndose cómodamente en el desierto; implacable utilizando esta sabiduría para la defensa y la supervivencia y el ataque, no cederá hasta el final.
    Abdul-el-Kebir, aquel antiguo líder político, que es la piedra central del argumento de esta novela, le hace ver a Gacel, una vez ya rescatado y en fuga, que el mundo ha cambiado y que sus costumbres y su forma de vida clásica, ya están prontas a desaparecer. Sin embargo, el orgulloso tuareg le demostrará a Abdul-el-Kebir, que para escapar del infierno que ha significado su huida por implacable Sáhara, a causa de la persecución que sufre de manos de sus enemigos políticos, le harán reconocer y entender que las habilidades del inmouchar para leer las señales del desierto y sobrevivir en él, son fundamentales, y, por tanto, el líder rebelde no deberá cuestionar sus indicaciones si es que quiere vivir. No obstante a las inclemencias vividas en el escape junto con Gacel, las fuerzas del famélico líder apenas le ayudan a mantenerse con vida, y lo único que puede hacer es someterse al habilidoso tuareg para sobrevivir.
    Para finalizar y a modo de conclusión e invitación, se recomienda la lectura de esta obra, para comprender el poder que tiene la voluntad humana, que se sustenta en la sabiduría que da la naturaleza y el respeto que se tiene por las tradiciones que otorgan la fe. La acción en la obra, a cada momento va ascendiendo en un espiral de sucesos que nos mantienen entretenidos y expectantes a cada decisión y acción que Gacel lleva a cabo, para cumplir su cometido final. Una obra ágil y entretenida, con diálogos interesantes respecto del paso del tiempo y de cómo mutan las sociedades y el hombre, pero también es esta obra una ventana a la vida de hombres que se encuentran en el tránsito final en sus maneras de vivir en contacto con el medio natural, en un siglo XX que dejará atrás aquellas formas de vida que son acuarelas deslavadas de otras épocas. Este libro nos hace espectadores de las últimas formas de vida de las tribus nómadas del desierto del Sáhara y nos transporta a un viaje emocionante y peligroso desde inicio a fin.

sábado, 21 de enero de 2023

Comentario literario: "Apariciones" de Ariel Dorfman

Hace unos días comencé una nueva lectura: "Apariciones", del escritor chileno Ariel Dorfman. En esta novela podemos apreciar, de manera sencilla y clara, a lo largo de toda la obra, que siempre hay una tensión, mejor dicho, un problema que los protagonistas deben superar. Ese problema es en el fondo el hecho sobrenatural de las apariciones del rostro de un indígena patagónico en las fotos familiares que se toman del adolescente y posterior adulto joven: Fitzroy Foster; ciudadano norteamericano heredero de un linaje de afrenta vil, lo cual será la causa de la pérdida de su identidad en las fotografías. Ese inconveniente o condena, también pasa por saber qué quiere el visitante, que luego de largas pesquisas pasa a tener un nombre: Henri. El joven Foster ha llevado una vida agobiada por este fenómeno, desde que cumplió los catorce años, y desde su primera experiencia onanista a esa edad, lo que gatilló su calvario posterior. En cada fotografía que se le toma, aparece el rostro de Henri en vez del joven Fitzroy. Este hecho que, a simple vista podría ser tomado por un fenómeno sobrenatural -y que lo es en cierta forma-, resulta ser el punto de partida de una investigación que los protagonistas (Foster y su amada Camilla Wood, su eterna enamorada y cable a tierra) emprenderán para comprender y eliminar - esa era la idea en un inicio- de sus vidas este hecho paranormal, extraño e insólito. Más que una historia de fantasmas, esta novela se adentra en los pasajes más oscuros que nos ha dado la Europa de la época del colonialismo; que se cristaliza en las apariciones fotográficas, que de una u otra forma traen a colación directamente la persecución, caza, mutilación, destrucción del hábitat social de indígenas de todas partes del mundo, y por cierto del cono sur de sudamerica, la muerte física y cultural de cada pueblo originario que fue exterminado directa o indirectamente por la mano del europeo abusador. En ese aspecto la novela trabaja sobre un buen marco narrativo.

Merced al genocidio europeo en América, nunca más tendremos entre nosotros a los Selkman ni a tantas otras tribus por culpa de esa "afición" de cazar,  que muchos llevaron a cabo, patrocinados por las potencias de la época. Exponer a personas como si fuesen animales exóticos en grandes salones europeos de fines del siglo XIX y principios del XX, en galerías de París o Bruselas, fue realmente lamentable para la historia de nuestra especie y sigue siendo hasta el día de hoy una mancha difícilde quitar. La destrucción humana por un afán casi deportivo o en aras del conocimiento; la ignominia y el verdadero salvajismo civilizado del viejo continente y sus persecutores, y por otra parte, un llamado a la conciencia social y moral, que plantea el autor a manos de los pensamientos y sentimientos del Joven Foster, que transita desde el odio al amor fraternal con su persistente visitante, son los elementos que el autor utiliza, en parte, para ganar la simpatía del lector, sin embargo, no le resulta del todo esta fórmula a Dorfman, ya que los tránsitos anímicos del protagonista, no quedan bien resultos y resultan un tanto fingidos y dan un poco tedio; la explicación de estos quiebres emocionales por la voz atormentada de Fitzroy, son explicados muy sucintamente y no quedan muy claros. El mecanismo de construcción de la historia que sí me gustó mucho más, fue el uso académico de los datos para construir versímilmente esta historia desde la perspectiva indígena y sus captores, reflejando en la investigación que lleva a cabo Cam (brillante académica) resultados importantes para encontrar la solución al problema del visitante. Este aporte de Cam fue, en realidad, un toque detectivesco que le dio al libro un matiz más divertido. 

Algunas cosas que no resultaron del todo fueron: agentes del Pentágono norteamericano, liderados por un científico que es una suerte de rival de Cam en esa área científica-académica. Estos agentes persiguen incansablemente a los protagonistas para conservar la seguridad nacional de Estados Unidos, supuestamente se encuentra en peligro por lo que le sucede a un joven de veinticinco años y que, sin embargo, no logran convencer del todo, ya sea por falta de profundidad en los fines que buscaba el Pentágono o por alguna otra razón que no lo enganchar conmigo fácilmente. También está el final de la obra, y la decisión fundamental que debe afrontar Fitzroy, y dejar su zona de confort y encarar por él mismo el problema y no descansar casi todo el tiempo en Cam. Así llegamos al momento de la travesía por mar que busca llegar a tiempo a un ritual espiritual en la Patagonia, que llevará a cabo una comunidad residual kaweshkar, quienes tratan de encontrar una salida a la situación de Foster, sin embargo, todo es interrumpido. Más no les puedo decir. Hay ciertos matices un tanto cursis en la relación de Roy y Cam en ciertos pasajes de la historia, que ejercen un aporte ambivalente al carácter raquítico de Fitzroy Foster, que hacen que el personaje principal se vea un tanto ridículo y calzonudo. Pero en términos generales es una obra que se recomienda leer una sola vez y que, a pesar, de algunos ripios funciona porque mantiene al lector siempre en la tensión de saber si Foster logra o no desechar para siempre a su visitante o si en realidad tienen que aprender a convivir con él, lo cual a estas alturas del partido parece ser el sueño utópico de la tolerancia entre los hombres. 

domingo, 12 de junio de 2022

Silencio


Quince años de relación: una hija (creciendo) y viviendo en la casa del "suegro". ¿Qué más se le puede pedir a la vida? Mi trabajo está a la vuelta de la esquina. No necesito movilización para ganar dinero, los clientes llegan solos. A veces, mi señora me mira con extrañeza, porque las ventas son muy buenas. 
El otro día fue el mandanga a tu casa: atendieron a la puerta y contestó que chaqueta en mano, un beso rápido en la frente y que saliste apurado y no volviste hasta la noche, dijo la cabrona con ojos sentellantes. Está lista, dijo la vieja. Es primeriza y quiere que todo pase en la oscuridad y con la música alta, para que nada se escuche, porque le da vergüenza, dijo con cara de pícara. En ese negocio suyo, la discreción es regla. Le dije que no había problema, que hace más de un año no estaba con un tierno retoño y que estaba a punto de cortar las huinchas. Esa noche fue extraña: su olor me recordaba algo familiar, pero todas a su edad huelen igual. No dejaba de pensar en eso. Meses y aún Julietita no me habla, no sé qué pasa. 

miércoles, 16 de marzo de 2022

Ya no es profesor



Hoy está ante una de las decisiones más importantes de su vida: dejar de hacer clases, dejar la pedagogía para siempre. Y no es chiste: prefiere mantener su salud mental y buscar nuevos rumbos, aunque resulten complejos, que terminar con sus nervios sostenidos por algún fármaco las veinticuatro horas del día.  

Una de las cosas o actividades que más ama en la vida es leer libros, especialmente si son de literatura. Cuando era más joven, digamos, cuando tenía unos 24 años, su padre le preguntó si iba a estudiar una carrera convencional, ya que él veía que sólo se dedicaba a ciertos trabajos esporádicos, a leer y a estar en casa de su madre acompañándola y todo eso. Ante su insistencia, que ejercía bastante presión en él cada vez que lo iba a visitar a su casa, terminó cediendo antes sus requerimientos. Él, junto con su abuela que había sido profesora normalista y su indefinición ante la idea de ser “profesional” o terminar siendo cualquier otra cosa en la vida, lograron que se embarcara en una carrera pedagógica. Como siempre le gustó la literatura la opción fue profesor de lenguaje.


Pero hoy, luego de haber ejercido por diez años este hermoso oficio -sin duda alguna es hermoso enseñar en las óptimas condiciones-, se da cuenta que la educación en este país es una verdadera farsa. El sistema educativo subvencionado y público (no sé si esto es así en el sector privado; lo dudo), según como lo ve, está totalmente entrampado en la burocracia y la ineficacia. Si hablamos de los programas de estudios (y aquí le va a poner adjetivo) podemos darnos cuenta, en base a lo grandilocuentes que son versus la realidad sociocultural de niños y jóvenes que diariamente asisten a “clases”, que el supuesto aprendizaje de contenidos y desarrollo de habilidades cognitivas, queda bastante determinado por el nivel sociocultural de los estudiantes en conjunto con sus amistades y familia, nivel económico familiar, factor tiempo para que los profesores preparen adecuadamente clases e instrumentos evaluativos creativos y modernos, número de estudiantes por sala que sobrepasan, en algunos casos, los cuarenta alumnos, cosa que es un sinsentido pedagógico por donde se le mire. Si queremos sujetos sin el desarrollo de habilidades de tipo intelectuales y que sólo sean un ladrillo más de la pared, entonces apuntemos a una pedagogía transmisora de contenidos como si los profesores fuesen un reproductor musical. Sin embargo, si queremos un sujeto pensante y creativo, debemos disminuir, entre otras cosas, el número de alumnos por curso. Entre las labores administrativas y netamente académicas los docentes le dedican el 22% del tiempo de una clase a labores administrativas (que podría hacerlo un asistente), de manejo de grupo y creación del clima del aprendizaje. (1) ¿No aprecian acá que hay algo que no cuadra en todo esto?

Pero si queremos realmente la tan ansiada calidad en la educación, debemos invertir monetariamente en ella y en reformular los aspectos más corrosivos de esta: como lo son la burocracia, la grandilocuencia de programas de estudios que no conocen a aquel Chile sumido en la ignorancia y en la catedral del consumo: el Mall, que bien predijo Tomás Moulian. El desconocimiento real del estado sociocultural de la población adulta es en el fondo, entre otros aspectos más complejos, lo que se está dejando de lado en la ecuación educativa. ¿Por qué digo que la responsabilidad está en los adultos? Porque ellos son, a fin de cuentas, quienes crían a sus hijos; quienes les entregan valores, costumbres y ejemplos que marcan el derrotero de un futuro delincuente o prostituta en contraposición de un futuro médico o ingeniero. Es valorable, por parte del sistema educativo chileno, que los estudiantes salgan de sus años de preparación teniendo un conocimiento enciclopédico de las distintas disciplinas humanas, sin embargo, esa meta no se logra si no se desarrollan las habilidades cognitivas que permiten captar estos conocimientos. Pretender que la población segregada social, cultural y económicamente alcance este grado de preparación con el actual modelo educativo, que podríamos denominarlo como de tercera categoría, ya sea por su burocrática e ineficaz articulación e implementación, como también por las paupérrimas condiciones materiales de ciertas instituciones educativas, es pedir, en definitiva, que seamos campeones mundiales de ajedrez de un día para otro, es una tarea titánica y de reformulación completa. ¿Qué camino nos queda? Al parecer todo pasa por el dinero y su inmenso poder. Éste, otro gran problema del Chile de hoy. Veamos lo que sucede en el mundo y veremos que la cosa no viene bien ese sentido, al parecer.  

Acá lo que esboza es muy ligero; es su opinión y ciertos retazos de su experiencia docente de estos últimos diez años en el sistema educativo chileno. Su intención no es aportillar el sistema, sino ayudar con sus observaciones para que sea algo mejor de lo que es ahora, ya que lo que existe actualmente lo ha alejado de la actividad. En relación a su salida o huida de la actividad docente, destaca profundamente la indiferencia, apatía y nulo interés que tienen los alumnos (no todos; siempre hay unos pocos que marcan diferencia, aunque sean contados con los dedos de una mano) de aprender, leer y escribir. Creo que más arriba mencioné lo que pensaba: que en nuestro país hay una crisis de intereses, y que éstos, son en parte responsabilidad del sistema educativo y de los adultos; padres de hijos mal criados, que se van reproduciendo en sus modelos mentales y de conductas, de generación en generación, hasta encontrar este tipo de hombre posmoderno, neoliberal, pseudo indigenista y ecologista, ultra tecnológico, y por, sobre todo, consumidor de un cuanto hay, pero flojo y cómodo, que no le gusta estudiar, en síntesis no le gusta leer. Prefiere ver videos y escuchar los audiolibros. Al parecer las élites económicas se han desvinculado por completo del destino de la humanidad, sólo ven su metro cuadrado y desde esa perspectiva, sólo buscan ladrillos para sus paredes, piensa con cierta tristeza, el profesor. Por otro lado, el resto de la humanidad se ha desvinculado por completo de aquello que realmente importa en la vida y que permite obtener el llamado ascenso social. Cada uno acá saque sus propias conclusiones. Hoy en día lo que parece importar es la fiesta, el cantante de moda; enviando un mensaje sexual y misógino en sus “letras”, pero como es lo que pega y es genial; lo aceptamos. Mostrar el cuerpo en redes sociales, es la ley, y mostrar cada vez con mayor fuerza que me sé el baile sensual de moda y que me puedo maquillar mejor que otra, para atraer más miradas (y aquí va el palo a las mujeres), tener más seguidores cueste lo que cueste, que en definitiva estimulan este tipo de conductas con sus comentarios “motivantes”, en fin, esto es en lo que estamos. Toda esta banalidad repercute en el mundo de la cultura y la educación, por cierto, que sí. Y lo que dice acá es sólo un botón de muestra para que vayamos entendiendo este fenómeno, que le ha llevado a tomar la decisión de dejar la pedagogía. Porque para encontrar la explicación profunda de este fenómeno de desidia y apatía cultural, deberíamos consultar la voz de expertos en el asunto, aunque queden pocos y así poder decir que nos hemos librados de la cretinez, aunque sea por un momento.     

 

(1)   García-Bullé, S. (2019). Población y efectividad en el aula, ¿cuántos alumnos son demasiados? Recuperado el 25 de junio de 2019, de https://www.grupoeducar.cl/noticia/poblacion-y-efectividad-en-el-aula-cuantos-alumnos-son-demasiados/

  

miércoles, 16 de junio de 2021

A la noche

A la noche, a tu lado eres clave, cerrojo y llave de tormentos. Es el silencio que despierta ante la incertidumbre; una duda en la cumbre, pero más vale querer tu cara y tu cuerpo a mi lado, siguiendo tus huellas en mis pies, abrimos caminos soleados.

A la noche te busco como queriendo el agua en un desierto. Aún no despierto y quiero que contigo todo se vuelva lento. 
No sé cómo decirte lo que me aqueja, anda, ve, que se me aleja, la vida como una moraleja, y te quiero a mi lado, siempre a mi lado.

A la noche quiero estar en tu lecho arrugado, calefaccionar cuerpos es el deber del ser, cuando la primavera de la vida nos tiene arropados, debemos aprovechar el tesoro divino que se nos ha regalado.

A la noche, no te alejes, amor mío,  o te alejas para siempre, que la sombra se alimenta como hiena en la floresta. Ay mi mujer que de hijos tengo una hija, que me diste, que es una luz de porfía la niña de ojos de la alegría.

A la noche me despido y estaré esperando un silbido que nos llame al encuentro de un presente que quiero que dure para siempre, a tu lado alargando las manos al calor de una estufa, cada día de los años.  

viernes, 11 de junio de 2021

Un recuerdo vomitado desde las promesas


De la boca sale el veneno de todos los días, el Señor dijo una vez que lo que contamina al hombre es lo que sale de su boca. Lo que entra es inocuo, ya sabes; vaginas, penes de cachalote, una res enteramente transgénica como afrodisiaco para el apetito, también un virus benigno, que dicta las leyes en base a una ética y una unidad de propósito, porque ella es la autoridad sanitaria y de ella es la potestad. Y ella dice que no nos escuchamos, pues nuestras bocas son fétidas a cerumen, sabor frutilla. Y, ¿qué hacemos ahora cuando ya las cámaras bicamerales se han tragado todo, en un torbellino de acuerdos sociales y económicos, vomitando a ciudadanos honestos a parafina? Sí, me acuerdo cuando me dijiste que habían, tres ministerios de seguridad pública y privada, que no solamente nos cuidan, sino que nos permiten ser una nueva reforma, un nuevo ánimo para sumarse a las voluntades y nuevo súper, súper hombre. Un día aullaron los cuervos cuando los mandriles bramaban cantos exquisitos y nosotros no podíamos escucharlos por nuestras bocas muertas. Y un perro nos preguntó, luego de mucho tiempo, cuando yo estuve internado después de mi operación a la próstata, qué cómo era posible que haya aumentado la cobertura y no el nivel de la ayuda. ¿Qué? Preguntamos airados, por lo que considerábamos un alago delicioso. Lo único que alcanzamos a decir, es que la política cumple su rol, porque ella está a la altura. Y nos dijeron: no. Hay que aprender de los aciertos, de los éxitos jugosos, llenos de fragancias ácidas como vaginas y penes-hay que sumarle el terroso aroma del ano-, porque allí está éxito, el delirio de una falda corta o de una voz ronca que, susurrando en el oído, deja erecto los bellos de las damas y la blanda cueva se humedece gracias al rocío de la imaginación y la belleza. Sí, porque allí un sujeto sentó a la belleza en su falda y nos abrió la puerta al sótano de los oscurecidos. En aquellos dominios rendimos culto al viejo y olvidado virus, tótem sagrado, que nos dijo lo esclavo de las cosas que somos. Pero nosotros vomitamos odio por las bocas, sin entender nada y no procurando cambiar lo que hacemos. Pero qué cosa más lúcida he dicho, en fin… ahora sé que la locura es la mayor lucidez que podamos experimentar, aunque sigamos estirando el chicle cada vez más. Ahora me acuerdo, todo era por las secuencias de sentido común per cápita que el Gran Padre no alcanzó a repartir y no pudimos hacer nada más que salir y protestar.  

Sr. Nadie









El reinado del narco

 Matan a un cabecilla narco en Chile, evidentemente fue un ajuste de cuentas. Todos en la población se alertan. Algunos no saben quién pudo ...